De futbol y mentalidad

2018-06-18 23:16:54

Cuando más de mil tapatíos festejaban el triunfo de la selección mexicana, La Minerva lanzaba sus chorros curvilíneos de agua intermitente. Su rocío refrescaba el ambiente. La fiesta callejera alrededor de la glorieta continuaba. Los aficionados ondeaban banderas, cantaban Cielito lindo, gritaban porras, mostraban orgullosos sus playeras verdes. Del edificio ubicado enfrente alguien puso a todo volumen un estéreo con la canción Guadalajara, interpretada por Vicente Fernández.

La concentración de aficionados fue espontánea, motivada por la alegría de que la selección venció al campeón del mundo. Al equipo que ha humillado-goleado a México en pasados encuentros. Al que en sus debut en mundiales suele ganar gracias a su gran juego, a su categoría, con futbolistas de equipos europeos considerados entre los mejores del planeta. Que durante el primer tiempo la selección mexicana demostrara un buen juego de tú a tú y metiera un gol que significó el triunfo tumbó mitos, hizo trizas creencias dañinas arraigadas en el país.

En un país masivamente futbolero como el nuestro, la victoria contra Alemania tiene mucha relevancia, más allá de lo deportivo. Rara vez escribo de futbol, pero retomo lo que dijo ayer en el programa Los capitanes, de ESPN, el experto, el mejor periodista mexicano en futbol, mi compadre Héctor Huerta: el triunfo de la selección “sirve para romper muchas cosas que nos ataban en el pasado”, que parecían que no podíamos esperar nunca, “sobre todo la parte mental”. Exacto. En el top 4 de mexicanos en cuanto a esa “mentalidad” que se requiere, colocó a Hugo Sánchez, Javier Hernández El Chicharito, Miguel Layún y Rafa Márquez, de los cuales recordó que los últimos tres estuvieron en la cancha contra Alemania.

Ya sé que el futbol puede ser enajenante, que es un gran negocio, que manipulan, que hay corrupción, que fue sólo un partido, etcétera. Veamos ahora parte de lo positivo. Casi nadie esperaba que triunfara la selección. Héctor Huerta recordó que ni el entrenador del Tri, Juan Carlos Osorio, pensaba que el equipo podía ganar ni se atrevió a asegurarlo en ninguna entrevista. Es evidente que la mentalidad de vencidos, sometidos o agachados es una pesada carga, un lastre que se resquebraja con cada triunfo mexicano más allá del futbol. Hay numerosos contraejemplos no sólo en el deporte y sus diferentes disciplinas, sino también en otros numeroso campos como la cultura o la ciencia, y de terribles adversidades de las que salimos adelante.

Para ser competitivos en los deportes, desde la óptica de la Programación Neurolingüística (PNL), se requiere en términos generales tres elementos adaptables a cada disciplina: gran condición física, dominio de la técnica específica y una mentalidad triunfadora. Sin alguno de esos ingredientes, la tendencia es a mostrar un mediocre papel o ir al fracaso. La mentalidad del ser humano es un ingrediente subjetivo, complejo, interesante, que contiene una parte consciente y otra inconsciente, y con la que es necesario recurrir a profesionales.

Para construir esa mentalidad también es necesario contar, entre otros ingredientes, con sólidas creencias o convicciones: que la persona, equipo o comunidad crea que es posible conseguir los objetivos propuestos; que crean que ellos mismos los pueden alcanzar y, algo fuerte, que crean ser merecedores de conseguirlos. La mentalidad guerrera es un aprendizaje. Las neurociencias, la hipnosis ericksoniana, la psicología clínica y la social, la PNL, tienen mucho que aportar.

Al margen de lo que suceda en los próximos encuentros, quedó claro que sí se puede, como gritaron aficionados mexicanos que disfrutaron el partido en el estadio ruso o frente a las televisiones. Hay un antecedente concreto, real, objetivo, verificable, de que se pudo. Y si se pudo una vez, se pueden más veces. En un país abrumado de problemas, que conocemos y padecemos, el triunfo de la selección fue un momento colectivo de alegría. De esos ratos disfrutables, felices, que necesitamos. Cercana a esas “experiencias óptimas”, como las llama Mihaly Csikszentmihaly. Como un agradable rocío, similar al que este domingo regaló La Minerva a los aficionados.

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JJ/I

 
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