De Maracaibo a Barranquilla

2018-08-01 23:30:06

Han pasado dos décadas desde los Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC) Maracaibo 1998 hasta los actuales en Barranquilla 2018 y, claro, ha cambiado un mínimo la forma, pero no el fondo.

Para Maracaibo 1998, el equipo Triatlon Xalixco (Trixal) incursionó con 50 por ciento de la selección nacional con las triatletas Carmen Ochoa, Karina Flores y por el sector varonil con Javier Rosas. Dicho equipo, por ser mayoría en la selección nacional, tenía el derecho a que su entrenador -el que escribe estas líneas- fuera el representante técnico nacional para dicho evento deportivo.

Apenas iniciaba el primer ciclo olímpico completo, ya que en uno anterior, para llegar a los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, sólo hubo participación en los Juegos Panamericanos de Argentina 1995, y dicho equipo tuvo 33 por ciento de la selección con Carmen Ochoa y Bernardo Zetina, donde también se tuvo mayoría de deportistas en la selección y el derecho a ser entrenador nacional.

Pero ambos eventos tuvieron algo en común, como era algo novedoso para los neodirectivos (que ahora se han convertido en los dinos del deporte), no sabían ni gestionar ni pelear posiciones bien ganadas, sólo se conformaban con lo que les decían los de la vieja escuela olímpica mexicana. Los chamaquearon y con ello perjudicaban de alguna manera al soporte técnico. No les alcanzaba para desarrollar proyectos educativos de carácter integral ni a corto y ni a largo plazo que promovieran el pensamiento crítico que tanta falta hace en el deporte.

Pero eso sí, los directivos (tanto nacionales como locales) se veían fortalecidos y “agarrando” experiencia y sabiduría en el mundo del olimpismo, decidiendo que sólo fueran funcionarios a ambos eventos, haciendo a un lado a los que hacían a los deportistas, o sea, el soporte técnico siempre pasó a segundo plano.

Por supuesto ya fluyó mucha agua bajo el puente, pasaron muchos deportistas dopados, conflictos de interés, de eventos ni se diga controlados por la misma tropa, muchos ríos de dinero, pocos funcionarios en la dirección (sólo se reciclan entre ellos) y de proyectos y patrocinadores que descansen en paz.

El deporte es bello y noble, pero por lo general el uso de éste para fines personales y económicos no creemos que cambie, al menos por lo pronto, ni en este deporte ni en ningún otro, gracias a ese engendro extremo del ego y la vanidad porque finalmente la forma es fondo.

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JJ/I

 
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