Los extremos de la adolescencia

2018-10-15 23:40:04

Los que rebasan el llamado tercer piso, es decir, quien tiene más de 30 años, seguro no recuerda qué quería con exactitud cuando tenía 14 años.

Pocas personas en la vida tienen la certeza de lo quieren y cómo lograrlo. Dicen que sólo dos de cada 100 jóvenes antes de alcanzar la mayoría de edad ha encontrado que tiene un talento específico para potencializarlo como profesional. Y en ese selectivo grupo, sin duda, hay dos ejemplos extremos de los últimos días: los jóvenes que representan a México en los Juegos Olímpicos de la Juventud y los que vandalizaron los vagones relucientes de la Línea 3 del tren ligero que todo Jalisco espera desde hace casi tres años.

Un centenar de mexicanos lleva la representación del país, y aunque pocos recibieron el total de apoyos que se requiere para ser un medallista, la mayoría cumplió con creces sus expectativas. Basta decir que hubo quienes, como la gimnasta Xitlali Santana, llegaron con el peso que representa que todos los ahorros familiares se fuera en sus selectivos para calificar, muchos otros también hicieron su debut internacional como sucedió con Luis Antonio Avilés, campeón olímpico de atletismo en los 400 metros, quien nunca había competido fuera de México.

Los Juegos Olímpicos de la Juventud son el cáliz de lo bueno y lo malo que les puede dar el deporte, los escollos que encontrarán en sus caminos y el placer que representa estar en una fiesta de ésta índole, la gloria que otorga subir al podio donde dejan de ser mortales para ingresar a una especie de capsula del mítico Olimpo.

La competencia también es una muestra del poder que tiene el deporte en la juventud para sacar lo mejor de ellos, una invaluable joya en temas de desarrollo social cuando se dan situaciones como la de ayer en la que un grupo de jóvenes vandalizó algunos vagones de la Línea 3 que todavía no está en función.

En ambos casos extremos queda claro que la efímera esencia de la adolescencia es apostar sin importar, se da todo por lo que se ama con dulce gloria personal cuando se camina sobre una ruta orientada, o agria desgracia por tomar la ruta equivocada, algo que deberían de tomar en cuenta las próximas autoridades para pensar en apostar más por el deporte social.

Opinión de: @PatyPenia

JJ/I

 
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