En lo particular es la historia de un enano y de la relación con sus hermanos.
En lo general, de una batalla.
Pertenece a las llamadas “historias de recuperación”.
Son narraciones donde los personajes recuerdan un mundo mejor, de paz, prosperidad y demás atributos, y anhelan volver a esos orígenes.
Y son historias nostálgicas, pero esperanzadoras, sobre todo porque cuentan con algo muy peculiar: héroes.
Son esos seres únicos con el valor de sacrificarse por los demás para que el mundo vuelva a ser lo que era antes de ser amenazado, antes de haber sido corrompido.
Estas historias se cuentan desde La Biblia, desde los relatos épicos medievales, el ciclo Artúrico, los escandinavos, y hasta El señor de los anillos.
En todas, generalmente ocurre que un tipo se sacrifica por el bien común.
La historia del enano y de la relación con sus hermanos es la famosa serie Juego de tronos, de HBO, basada en la saga Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin.
En los tratamientos de personajes, los más notables son tres:
El enano, por ponerlo como personaje principal. No es poca cosa, tomando en cuenta que desde la cristianización se relegó a los enanos con íncubos, demonios o diablos, y se les hizo parte de una sola familia condenada.
Luego, las mujeres: la serie de R. R. Martin podría ocupar el trono de la historia feminista más popular. Todos los sentimientos y sus matices, habilidades, dones, aptitudes, son casi en total para sus mujeres, y aunque antes haya existido el personaje Eowyn en El señor de los anillos, de Tolkien; El hombre hembra, de Joanna Russ. O más. Pero en relatos anteriores sólo una mujer sobresale, y no varias y tampoco al mismo tiempo.
El tercero, el personaje más gris de la saga: no es esta versión de Gollum llamada Theon Greyjoy, sino la masa. La gente.
Es la forma más intensa en la que uno se identifica con la serie de Juego de tronos: gobernantes van y vienen, guerras van y vienen, y la masa sigue inmóvil. Aplaude, abuchea, aplaude. No hace más que odiar y luego olvidar; volver a aplaudir y volver a olvidar.
Y así pasan episodios y gobernantes cuando el resto de los personajes evoluciona, pelea y muere.
Pero la masa no.
Y en el fondo, este reflejo de la condición social que cada domingo nos pone en la cara es lo peor.
Y es la verdadera crueldad de George R. R. Martin.
@los21fosfenos
JJ/I
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