Frente a abogados inquisidores, Trump se siente como en casa

2018-01-21 22:45:58

PREPOTENTE. En el an�lisis de las declaraciones de Trump en los juzgados se percibe a un hombre al que le gusta resaltar su riqueza y su popularidad. (Foto: AP)

WASHINGTON. Donald Trump estaba en una sala llena de abogados quejándose del trato que le daba la prensa, que decía que su patrimonio era inferior al real y dañaba la imagen de su marca.

Esto ocurrió en diciembre de 2007, una década antes de que el magnate llegase a la Presidencia y denunciase las “noticias falsas” que propaga el periodismo. Esta vez, Trump tenía por delante todo un día de interrogatorios en su demanda contra un periodista al que había acusado de minimizar su riqueza.

¿Mintió alguna vez sobre sus propiedades?, le preguntó un abogado. Trato de no hacerlo nunca, respondió Trump. ¿Exageró? ¿Quién no lo hace?, contestó.

“Uno siempre trata de pintar la mejor imagen posible de una propiedad”, explicó. “Es lo que hacen todos los empresarios del ramo de bienes raíces, los comerciantes y los políticos”.

Ese intercambio y otros similares podrían dar una idea de lo que sería un interrogatorio del equipo del fiscal especial Robert Mueller, que investiga los vínculos entre Rusia y la campaña presidencial de Trump, así como la posibilidad de que el mandatario haya obstruido la justicia.

La Associated Press revisó cientos de páginas de declaraciones ante los tribunales hechas por Trump en la última década. Tomadas en conjunto, reflejan no sólo su habilidad para ofrecer declaraciones juradas a los abogados, sino también muestran la actitud que podría prevalecer si es interrogado por la gente de Mueller.

Las transcripciones revelan un testigo por momentos voluble, que ofrece respuestas largas que van mucho más allá de lo que se le preguntó; fanfarrón, al que le gusta resaltar su riqueza y su popularidad; impenitente, que disfruta justificando comentarios incendiarios o acciones criticadas, ocasionalmente combativo. En una ocasión le dijo a un abogado que hacía “preguntas estúpidas”.

Su tendencia a hablar más de la cuenta ignora las preferencias de los abogados, que recomiendan responder específicamente lo que se les pregunta, sin expandirse.

“Generalmente se le dice al testigo que no diga nada que no le preguntaron”, expresó el abogado neoyorquino Gary Naftalis. “Que no especule, haga suposiciones ni trate de aportar elementos que no les pidieron”.

Al mismo tiempo, se percibe una innegable habilidad, una tendencia a culpar a otros por ciertas decisiones, a pasarle la bola a abogados o contadores y a responder usando un lenguaje ambiguo, que frustra a quienes lo interrogan.

Suponiendo que Trump sea interrogado por la gente de Mueller, algo que por ahora no es seguro, se encontraría en una situación nueva para él, que está acostumbrado a navegar el mundo de los negocios y los bienes raíces, pero no el de la política y las intrigas internacionales.

Seguramente se le preguntaría por el despido del director del FBI James Comey, para el que ha dado distintas justificaciones, y sobre los encuentros personales con Comey que este último ha documentado, ofreciendo relatos que Trump rechaza. Los investigadores se mostrarán interesados sin duda en un comentario incompleto, tal vez engañoso, relacionado con un encuentro de familiares de Trump con rusos en la Trump Tower.

En todo caso, no sería la primera vez que Trump debe resolver discrepancias entre declaraciones contradictorias o que tiene que explicar acciones polémicas.

En una ocasión, Trump debió responder preguntas de los abogados del periodista Timothy O’Brien, a quien Trump había demandado al sentirse difamado en un libro.

¿Cómo explicaba la aseveración hecha en su propio libro de que tenía una deuda de 9 mil 200 millones de dólares? Un error que atribuyó a otro.

¿El cálculo de un banco de que su patrimonio era de mil 200 millones de dólares y no los 3 mil 500 millones que él publicitaba? Imposible, el banco no tuvo acceso a la totalidad de sus bienes.

¿Una declaración según la cual se podían construir 50 viviendas en un club de golf, no 75? Otro error, de otra persona.

Al declarar en 2013 en relación con un fallido proyecto de un condominio en Florida, se le preguntó a Trump por qué su biografía decía que estaba construyendo algo que había sido suspendido. Culpó otra vez a una empleada.

“Tengo una mujer que lo hace”, afirmó. “Además, la palabra desarrollo puede ser usada en distintos contextos”.

Varias veces se le hizo notar que en entrevistas televisivas exageraba la cantidad de unidades que había vendido en una torre en Las Vegas y él dijo que no había que tomar lo que dice literalmente. “Trato de dejar el edificio bien parado. Si me preguntan algo, ¿quiere que diga, ‘ay ay ay, al edificio no le va bien’? Y después invitarlos a que lo visiten. Nadie habla así”.

Su tendencia a tratar de encontrarle un lado positivo a decisiones cuestionadas, la semana pasada le dijo al Wall Street Journal que “todo el mundo” quería que Comey fuese despedido a pesar de que una consulta reveló que no fue así, también sale a relucir en sus declaraciones ante los tribunales.

Dijo que unos inversionistas que lo demandaron por un fallido proyecto edilicio debían sentirse afortunados de que no llegaron a pagar por las propiedades y se ahorraron mucho dinero. Los estudiantes de la Universidad Trump que lo demandaron tuvieron suerte de que él ofreció devolverles su dinero, aseguró también.

En 2016 respondió a una pregunta sobre la decisión de un empresario de no abrir un restaurante en uno de sus hoteles por los comentarios denigrantes que hizo sobre los inmigrantes mexicanos diciendo, sin que nadie se lo preguntase, que había aniquilado a sus rivales políticos en las primarias republicanas.

“Obviamente tengo credibilidad porque soy el nominado republicano tras dejar en el camino a 17 personas, mayormente senadores y gobernadores, muy respetados. O sea, no es que haya dicho cosas tan malas”.

Restaría por verse cómo se desempeña Trump si trata de escaparse por la tangente al ser interrogado por el equipo de Mueller.

“Si te hacen una pregunta que no quieres responder y empiezas a decir cosas que no responden la pregunta”, planteó el abogado defensor de Washington Justin Dillon, “eso tal vez funcione si te tocan abogados que no son muy duchos y no te obligan a enfocarte en la pregunta concreta”. “Pero no van a enviar al segundo equipo a interrogar a Donald Trump”, añadió.

ESCENARIO

Las declaraciones de Trump en los juzgados reflejan la actitud que podría prevalecer si es interrogado por la gente de Mueller.

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“Uno siempre trata de pintar la mejor imagen posible de una propiedad. Es lo que hacen todos los empresarios del ramo de bienes raíces, los comerciantes y los políticos”

Donald Trump, presidente de EU

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