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En tiempos de proteccionismo

Wilbur Ross, Secretario de Comercio de EU, confirmó la imposición de aranceles al acero (25 por ciento) y al aluminio (10 por cierto) importado de la Unión Europea, México y Canadá. Más allá de analizar los por menores y las reacciones de los afectados considero necesario analizar el viraje del esquema internacional del multilateralismo al proteccionismo, con el fin de presentar alternativas a la disputa.

El discurso de las bondades del multilateralismo sigue perdiendo fuerza. Según los politólogos Jeff Colgan y Robert Keohane, lo anterior se debe en gran medida a que el vínculo entre la globalización y la prosperidad general es difuso. Las nuevas dinámicas tecnológicas y comerciales le han fallado a las clases medias de todo el mundo. A pesar de que las nuevas tendencias aumentan la productividad, también han alterado las condiciones de acumulación global.

Otra de las críticas al multilateralismo es su inoperancia en la resolución de conflictos. El proteccionismo apuesta a la comunicación bilateral asegurando que los foros en los que participan diversas voces generan una “fatiga negociadora” y los acuerdos que se consiguen son mínimos en comparación a las expectativas.

Hasta cierto punto las demandas realizadas por la administración de Donald Trump parecen justas, no obstante, difiero en las medidas para solucionar las diferencias. El esquema multilateral tiene que reformarse profundamente para que sea considerado un mecanismo para la creación de consensos y detonar un comercio prospero. De no ser así los principales afectados serán los consumidores, “en una guerra comercial siempre pierden todos.”

Sería tentador recurrir a un argumento simplista, como los populistas acostumbran, y aseverar que todo está podrido. Sin embargo, esta conclusión sería equivoca e improductiva. Es imposible pensar las dinámicas económicas sin la interacción y la cooperación entre naciones, los Estados son incapaces de recluirse en medidas proteccionistas, ya que en los mercados las fronteras se desdibujaron hace tiempo.

Hablar de una reforma al consenso multilateral nos obliga a tomar con mayor seriedad la cooperación internacional, la cual, a mi parecer, se ha sobrellevado de manera superficial en los últimos años.

Los Estados afectados tienen que reacomodar sus relaciones y compromisos antes que ser reaccionarios ante las medidas de Trump. La clave está en gestionar un cambio constante, tener mayor injerencia en asuntos internacionales, fortalecer mediante la cooperación la realidad de otros Estados y reconciliar internamente el dinamismo económico con el capital humano. Las desventajas del presente podrían constituir las fortalezas del futuro.

Es decir, con Trump al mando la salud de las alianzas norteamericanas han sufrido considerablemente, no obstante, su mandato no es eterno y futuras administraciones deberán de sanar el daño causado. La realidad es que ante fenómenos internacionales tan complejos, se requiere pensar en un globalismo descentralizado con marcos de gestión para librar las contingencias de las nuevas dinámicas y no necesariamente delimitar instituciones rígidas estancadas en la concepción de soluciones definitivas.

En este mundo globalizado los conflictos no tienen solución pero son gestionables.

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JJ/I