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210 años de Kaiser

Kaiser se encontró en una posición para hacer los cambios más necesarios al observatorio. Él mejoró la construcción del edificio y compró algunos instrumentos nuevos y de alta calidad [...] También desarrolló un plan maestro para lo que llamó el "renacimiento de la astronomía holandesa".

   Petra van der Heijden; Biographical Encyclopedia of Astronomers, Springer, Berlin-Heildelberg (2007), p. 607. 

Epónimo de sendos cráteres de la Luna y Marte, así como en el asteroide 1694, Frederik (o Friedrich) Kaiser -originalmente Keyser- (1808-1872) cultivó exitosamente la llamada astronomía de posición, el determinar con la mayor precisión posible la ubicación de los diferentes objetos del cosmos, justo durante el siglo que ello era la principal tarea para tratar de entender el universo; él vio la primera luz el 10 de junio de 1808 en Amsterdam. Nos refieren sus biógrafos la muerte de su padre cuando apenas tenía 8 años, por lo que su tío Johan Frederik Keyser, empleado municipal y profesor de matemáticas, se hace cargo de él, y como además era un eficiente astrónomo aficionado ello debió facilitar la posterior profesión del sobrino, en quien había descubierto habilidades tanto para las matemáticas como para la astronomía, según consigna Van der Heijden.

El propio Kaiser escribe: “Hace algún tiempo me propuse determinar, mediante cálculos de las ocultaciones de las estrellas por la Luna, observados aquí y en otros lugares, la longitud geográfica del observatorio de Leyden” (Memoirs of the Royal Astronomical Society, Vol. 10 (1838) p.303), pues ante la carencia de instrumentos en esos momentos, tal tipo de fenómenos permitían lograr una mayor precisión en las mediciones, como comparación para Guadalajara, ello se hizo hasta 1884 en el observatorio del ingeniero Gabriel Castaños, hoy desaparecido y sin placa que lo recuerde.

Fue nombrado director del Observatorio de Leyden, cargo que ocupó hasta su muerte y gracias al trabajo que desarrolló y publicó sobre el cometa Halley le fue otorgado un doctorado honorífico; hacia 1861, cuando en México la Reforma nos brinda instituciones científicas y de enseñanza, emprende la mejora del observatorio, mismo que se conserva hasta nuestros días.

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