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Armas por deporte

Son tiempos electorales y también de violencia, por ello quizá uno de los discursos esenciales de los candidatos es saber el poder que tiene el deporte para salvar a los barrios. Todos hablan del tema, levantan los ánimos y echan porra al sentido de cambiar en la nueva generación las armas por balones, raquetas y tenis.

Los amigos de Gerardo usaban armas de alto poder, de esas que se requieren cuando se está en guerra. Los adolescentes de su barrio las portaban por debajo de la camisa, o al descubierto. Las armaban y desarmaban en sus casas. Las empuñaban por la calle, sólo para pavonearse.

Las armas de fuego les daban estatus. Esa es una palabra que escuchaba de niño con frecuencia. Estatus. Él prefería mantenerse al margen. Con su padre no le faltaba nada. Tampoco le gustaba pavonearse, porque su estatus lo exhibía en una cancha de basquetbol.

Un día su padre fue asesinado y la vida le dio un vuelco. El adolescente se llenó de rabia que sólo sudaba haciendo deporte. Fue uno de los mejores atletas de fondo de su época, destacado jugador de basquetbol y hasta tuvo una que otra función de lucha libre.

El deporte lo salvó en gran parte, porque cuando no tuvo para seguir en la escuela de karate o los vecinos lo consideraban un vago por irse a las canchas a jugar en la noche se unió a los chicos del crimen y se curtió en conflictos urbanos hasta que de nuevo vio en las fuerzas armadas del Ejército Mexicano una posibilidad de crecer y tener activación física necesaria para un joven hiperactivo que en sus tiempos cargaba con la etiqueta de niño problema.

Sin embargo, él no estaba contento, le hacía falta algo, claro su padre, pero también una guía y una motivación que lo alejara de las armas. A fuerza de golpes encontró una nueva oportunidad. Una nueva vida. Un equipo de basquetbol, aunque lo regenteaba un hombre de apuestas, fue de nuevo su salvación.

Dejó atrás su pasado y hoy tiene como meta evitar que sus hijos lo repitan en el futuro, para ello, el deporte está más que cierto es una gran salvación.

En tiempo de política y violencia, bien serviría pasar del discurso a la acción, transformar palabras en hechos y direccionar los recursos de las grandes fiestas deportivas que sólo duran unos días por programas de activación física que transformen  de por vida.

@PatyPenia

JJ/I