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Paz sin garantías

La reunión de Kim Jong-un y Donald Trump, en el marco de la Cumbre de Singapur, dio mucho de qué hablar. El evento se ha interpretado como un gran paso para la paz y la tranquilidad global, aseveración de la cual difiero.

Por una parte, reconozco que el apretón de manos entre el representante de la República Popular Democrática de Corea y de los Estados Unidos disipó la tensión en la región, desde Japón a Filipinas en el Pacífico, pasando por la mitad de Asia. Por el otro lado, preocupa la forma en la que se conduce la “diplomacia” norteamericana.

El estilo trumpista rompe con el esquema institucional multilateral que genera estabilidad y gobernanza internacional, por consiguiente no hay garantías detrás de ese efusivo apretón de manos. Para muestra recordar que en la actual administración destruyó el acuerdo nuclear con Irán, se han impuesto aranceles al acero y el aluminio a sus vecinos y aliados naturales y en días recientes ha dinamitado el G-7.

Es incomprensible hablar de una voluntad de paz cuando se plantea un acuerdo vacío, sin controles, compromisos, fechas, revisiones periódicas por parte de la Agencia Internacional de la Energía. Lo que presenciamos el pasado 12 de junio es un juego de niños acostumbrados a desdecirse en cuestión de horas.

Suponiendo que el encuentro fue un total acierto por parte de los países en mención, los beneficios no son de escala global sino regional. En mi opinión sólo se ha beneficiado a Asia Pacífico puesto que en el golfo Pérsico ocurre todo lo contrario. Es decir, no podemos aplaudir una conducta bipolar que pacifica en un lugar y amedrenta en muchos otros.

Huyendo del pesimismo, creo que la reunión sí tiene la posibilidad de cerrar un capítulo luego de 70 años de odio, rencor y amenazas constantes en la península. Sin embargo, considero de vital importancia que Corea del Sur se sume al desarrollo de dichas conversaciones con el fin de darle forma al acuerdo que mantiene un estado líquido.

Con respecto al mismo evento también se ha mencionado que China es el más favorecido después de todo, ya que la normalización de las relaciones entre Washington y Piongyang pudiese ser un buen augurio para que las tropas estadounidenses se marchen de Corea del Sur y se separen de las fronteras del territorio chino.

No obstante, considero que el acercamiento entre Trump y su nuevo amigo Kim Jong-un abre la puerta para una mayor influencia de Estados Unidos en la región puesto que al existir un vacío institucional, el acuerdo se tendrá que limitar a una estrecha relación bilateral.

Espero equivocarme y ver dentro de poco un verdadero tratado de desnuclearización, mientras tanto podemos afirmar que a las palabras se las lleva el viento. 

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JJ/I