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La esperanza de México

En 1982 se inició la imposición de un nuevo paradigma económico en México. Pasamos del modelo del nacionalismo proyectado por la Revolución Mexicana, al modelo neoliberal basado en la privatización y la intervención económica del capital trasnacional. Fue un proceso que a lo largo de 35 años se fue implementando hasta llegar a las llamadas reformas estructurales (energética, fiscal, educativa) bajo el actual gobierno.

El daño social derivado de la entrega de la economía a los intereses del capital por encima del bienestar social es inmenso y en todos los órdenes de la vida pública, pero uno de los aspectos en donde más se resiente la acumulación de la devastación neoliberal es en la inseguridad; un clima de violencia extrema se gestó en México, arropado por la impunidad y en un marco de gran corrupción del poder público. Las víctimas se cuentan por cientos de miles desde el sexenio de Calderón hasta hoy.

En este proceso electoral, más allá de siglas, se debate el modelo de nación, y sólo hay dos opciones: la continuidad del modelo neoliberal que sustenta la dupla PRI-PAN y sus alianzas, y la posibilidad de tomar otro rumbo, no neoliberal, teniendo como ejes la honestidad, el combate a la corrupción y la transformación de México. En ese sentido la opción que ofrece Andrés Manuel López Obrador se convierte en una esperanza para muchos mexicanos; tan es así, que desde el inicio de la campaña AMLO se ha situado en el primer lugar de las preferencias; y ahora, a pesar de la guerra sucia en su contra y los rumores de un nuevo intento por comprar el voto, su triunfo parece irreversible.

Ganar es apenas un primer paso. Para ello es necesario vencer la maquinaria del fantasma del fraude, lo que es posible en la medida en que haya una amplia participación y vigilancia electoral. Por eso, en este contexto, abstenerse o anular el voto favorece la continuidad del grupo en el poder y su modelo neoliberal. El equipo de AMLO ha diseñado la consigna del voto masivo para Andrés Manuel para evitar que el “algoritmo” mágico que le dio el triunfo a Calderón en 2006, por 0.56 por ciento de diferencia, vuelva a suceder. Otra estrategia que se expone necesaria para consolidar el proyecto de nación es el voto por Morena en todos los cargos de elección, tanto locales como federales, pues, ante el triunfo inminente de Obrador, los sectores de derecha comienzan a plantear como consigna el voto diferenciado para crear espacios de resistencia que dificulten o hagan imposible la aplicación del proyecto obradorista.

Aún con la esperanza puesta en el rescate a la nación, propuesto por Andrés Manuel, el daño es tan grave que se necesitará, además, que el amplio movimiento popular que apoya a López Obrador impulse decidido la transformación más profunda hacia un México mejor, pues, reconociendo la heterogeneidad de las alianzas que conforman la coalición “Juntos haremos historia”, los diferentes colectivos y movimientos sociales nacionales y locales deberán empujar para que el cambio sea una realidad recuperando para la nación el patrimonio que le ha sido arrebatado, revertir el proceso neoliberal y avanzar en el rumbo histórico de México abierto por el proceso revolucionario; además, hacer visible las causas por las que luchan los movimientos sociales, demandando respuestas concretas a necesidades específicas como la defensa del territorio frente a las mineras, la lucha por el agua, la búsqueda de los desaparecidos, combate a los feminicidios y todas las formas de violencia hacia las mujeres, la inclusión en la agenda pública de la discusión de temas como el aborto legal y garantizar en todo el país el matrimonio igualitario.

Ejercer el voto es un derecho y puede ser una vía para modificar el rumbo de la nación. La propuesta de AMLO hoy representa esa oportunidad de iniciar el cambio, el movimiento social y la participación ciudadana serán indispensables para lograrlo.

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