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A pesar de todo, el libro

A pesar de todo, el libro es lo importante. No importa si aquella aventura intrascendente para todos, pero esencial para uno, sea puesta ante nuestros ojos en un volumen de papel viejo y pardo, en la tinta digital de un dispositivo electrónico de lectura, en una tableta barata o en el aparato más moderno y caro. Da lo mismo si posamos los ojos en la app de un teléfono móvil, en la sección de ebooks y audiolibros de los servicios de entretenimiento de una aerolínea, si paramos la oreja mientras cocinamos y comemos o cuando viajamos con el abrigo de los auriculares. O si leemos en un libro de encuadernación artística o en el cartonero de fotocopias, grapas y pincelazos.

No importa si lo lees en la colección del abuelo o en la casa de algún promotor de la lectura que por su voluntad propia y osadía dedica su tiempo a compartir. O en la faraónica biblioteca de la nación, en la gran biblioteca del estado, en la hermosa biblioteca de la ciudad o en la pequeña biblioteca del barrio. O que lo cambies por tres monedas en un botadero de viejo, en una boutique de nuevísimos o lo levantes del piso o de la basura.

O que lo compres… comprarlo es necesario, de hecho es primordial para que sigan existiendo los editores en pequeño y haya aún más (pensar un poco en quienes compran derechos, traducen, editan, promueven y venden libros nos haría empáticos: no son la mayoría ricos extravagantes como en las películas o mercantes voraces transnacionales). Y no es una obviedad decir que hay que comprar los libros. Todos los que dicen promover la lectura, incluidos muchos de los que escriben, algunos de los que editan y casi todos los que dicen amar la lectura (sobre todo los del gobierno) no revalorizan la lectura ni el libro porque buscan regalarlos, ofrecerlos gratis como si no costaran… y a la larga, como ha pasado, pierden el valor.

No importa cómo lo pagues, con tus monedas o a crédito de los bancos, con tus impuestos (y con la debida exigencia de mayores opciones) o por trueque. Si te suscribes a una colección virtual de cientos de miles de opciones, si compras con el coleccionista, si vas a las ferias o a las librerías de cadena o a las cafebrerías, o si compras en saldos, remates o subastas. O si los cambias con otros lectores.

Lo importante, a pesar de todo, es el libro y leer.

@LibracoFP

JJ/I