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¿El presidente más necio y cruel del mundo?

En México podremos mantenernos enajenados por la copa mundial de futbol, interesados por el cierre de las campañas electorales de nuestro país, pero hay alguien que está empeñado en sorprendernos y llamar la atención a como dé lugar: Donald Trump, el presidente más terco del mundo. Primero, con la imposición de aranceles al acero y al aluminio, de nuevo con cancelar el Tratado de Libre Comercio, y ahora con su decisión antiinmigrante. Trump había declarado reiteradamente “no estar dispuesto a relajar su política de tolerancia cero, ni la separación de padres e hijos” y que no permitirá que “infesten al país.” Del 18 de abril al 20 de junio aplicó dicha política con la variante de separar a los niños de sus padres o acompañantes adultos, sin mayor explicación.

Al procesar a los padres por entrar ilegalmente a Estados Unidos, 2 mil 342 niños han sido separados de sus familiares y confinados a estancias migratorias, que son en realidad jaulas. Trump calculó que eso provocaría un efecto disuasorio (El Universal 20/06/18). La mayoría de los migrantes busca asilo, huye de sus países por la guerra, violencia, asesinatos o extorsión. En lugar de encontrar refugio, son separados y procesados como criminales. Los centros a donde han sido enviados los menores pueden estar a más de dos mil kilómetros de la frontera (p.e. en Seattle), con lo que pierden contacto con sus familiares o personas de mayor confianza.

Las medidas que acompañan la imposición de esta política han provocado diversas reacciones y críticas que van desde retirar a los efectivos que Maryland y Massachusetts enviaron a resguardar la frontera sur, pasando por defender que “padres e hijos indocumentados permanezcan unidos mientras se resuelve su estatus jurídico”, pues consideran que separarlos es una medida cruel, como sostienen las ex primeras damas.

En México, la cancillería asegura que sólo 21 niños de los 2 mil 342 son mexicanos y sólo siete permanecen en albergues. Videgaray manifiesta una visión miope, frente a una problemática que afecta principalmente a niños latinoamericanos: guatemaltecos, salvadoreños y hondureños que han pasado por nuestro país. Además, no se sumó a las presiones internacionales e internas que instaron a Trump a modificar su política, un exceso de cuidado que raya en la condescendencia, para no irritar a Trump, quien ha afirmado que “México ha fracasado en parar la migración ilegal a los Estados Unidos” (Mural 22/06/18).

Obviamente en México existen estaciones migratorias que no difieren mucho de las que se tienen en EU. De acuerdo con información de la Segob, en 2017 fueron detenidos en estaciones del INM 10 mil 740 niños acompañados y de enero a abril de 2018 el registro es de 6 mil 368, además de los 3 mil 627 que viajan solos (Mural 21/06/18).

Ante la crítica, Trump endureció su postura, se reunió con legisladores republicanos con objeto de promover dos leyes que le permitan construir el muro y cierren los vacíos legales, cancelar las loterías de visas, frenar la migración en cadena y permitir la detención y deportación familiar.

Finalmente, el 21 de junio las presiones lograron que Trump promulgara un decreto “para mantener a los niños con sus padres, durante el proceso de deportación” Sin embargo, las cosas no apuntan a trabajar por una política migratoria diferente, en acuerdo con los actores implicados e interesados. Hoy por hoy, Trump debe hacer algo con los 20 mil niños indocumentados que han cruzado la frontera sin compañía de un adulto. El Pentágono evalúa la posibilidad de equipar dos bases militares en Texas y una en Arkansas, lo cual parece la salida inmediata a la crisis, pero de fondo no se trabaja entre los países implicados, particularmente México y Estados Unidos, en un proyecto de política migratoria que afronte con realismo y de mejor manera la problemática.

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