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Demanda

Sin hacer mucho ruido, comienza a cocinarse el escándalo que viene: un grupo de productoras estadounidenses ha demandado a los organizadores del Festival Coachella debido a que han ampliado los estados en los cuales un artista no puede tocar en ningún festival entre el 15 de diciembre y el 1 de mayo ni anunciar su participación en festivales que son competencia hasta después del 7 de mayo.

De acuerdo a los demandantes, a los artistas se les limita anunciar las fechas de su gira (en los estados de California, Arizona, Washington y Oregón) antes de que el festival dé a conocer su cartel.

Los empresarios acusan a los organizadores de Coachella de generar un monopolio y afectar sus finanzas. En respuesta, los abogados del evento que se realiza en abril en Indio, California, afirmaron que estas cláusulas en su contrato buscan privilegiar sus decisiones creativas al integrar un line up y que su producto siga siendo atractivo y competitivo en un mar de festivales en Estados Unidos.

Estas mismas cláusulas que limitan la movilidad de los talentos cerca de los festivales más importantes se repite en varios países, en México, por supuesto, también sucede y de ella muchas bandas se benefician debido a que ser cabeza de cartel implica una mayor paga a cambio de limitar los shows en un radio de influencia importante en cada país, de eso los músicos nunca se han quejado, debido a que aceptar las cláusulas que limitan sus actuaciones, reditúa en la compra de más fechas o invitaciones a otros festivales que sean organizados por los mimos empresarios.

El conflicto legal entre los productores locales y Coachella evidencia que el capitalismo salvaje domina este rubro de la industria y serían los mismos intereses económicos los que podrían hacer que la dinámica empresarial en estos eventos cambie, aunque por ahora, sólo en Estados Unidos, debido a que la autoridades, además de ser ignorantes de la economía entorno al entretenimiento, suelen ser omisas y laxas si los empresarios generan suficientes ingresos a las arcas gubernamentales.

Lo que inició hace muchos años como un momento de convivencia y mosaico cultural a través de la música, se ha convertido cada vez más, en una caja registradora en la cual los músicos son cómplices. Hasta el momento ningún artista se ha pronunciado por estas prácticas, por el costo de los boletos, la disposición de los horarios, los servicios que se ofrecen en los festivales. Los músicos se limitan a disfrutar de cantidades de audiencia que solos no podrían reunir. Los festivales están a punto de convertirse en la serpiente que se muerde la cola y arrasarán con la gallina de los huevos de oro. ¿Alguien debería poner sus barbas a remojar?

@WhoIsFranco

fv/i