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Impredeciblemente peligroso

La relación de la Iglesia católica con Trump, desde el principio, ha sido de desencuentro y enfrentamiento. Los católicos representan 23 por ciento de la población total en los Estados Unidos. Durante el proceso electoral, los grupos católicos catalogaron a Trump como “impredeciblemente peligroso”. El tema de mayor desencuentro es el de los migrantes, pues hay un hecho muy relevante que llama la atención, la Iglesia católica tiene la red de apoyo a migrantes y refugiados más importante de Estados Unidos. Obama les retiró los fondos federales, porque los católicos se negaron a promover el aborto.

Por eso la iglesia, a través del cardenal Daniel di Nardo, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), junto al obispo Joe Vazquez, presidente del Comité sobre Migración, condenaron la estrategia de Trump de separar las familias en la frontera de Estados Unidos-México y su política de cero tolerancia. El cardenal señaló que las familias son el elemento fundacional de nuestra sociedad y deben permanecer juntas, y dijo que separar a bebés de sus madres no es la respuesta y es inmoral.

La estrategia de Trump es simple. Se utiliza a los niños para convencer a sus padres inmigrantes de que acepten su culpabilidad y la deportación.

Con el pretexto de llevar los niños a asear, les piden que los dejen, que los llevan a la regadera. Cuando ya pasa de la media hora, los padres ya inquietos preguntan a los guardias y entonces aparece la verdad. La niña o el niño no va a volver, la niña va a otro centro de detención, no saben cuál. Y la niña llora desconsolada al llegar, le dan juguetes, pero no para de llorar. No se puede hacer más porque las normas de esos centros no dejan que las cuidadoras los tomen en brazos ni que los toquen siquiera. Es la historia de más de 2 mil 300 niños.

En Estados Unidos la entrada ilegal en el país es una falta administrativa, pero ahora el gobierno de Trump ha decidido procesar penalmente a todos los que lo hagan. Los manda a prisión a la espera de juicio y por tanto sus hijos pasan a ser “menores no acompañados” que han de ir a un centro de internamiento. Una estrategia legal para lograr el objetivo: que la amenaza de quitarles a sus hijos evite la decisión de emigrar a Estados Unidos.

Cuando esos padres desesperados llegan ante el juez de inmigración, les explican amablemente que si piden asilo en EU comienzan un proceso judicial, el cual pasarán separados de sus hijos. Así, esos padres tienen la “motivación” para declararse culpables, acabar con el proceso y aceptar una deportación rápida que les permita reclamar a sus hijos y reunirse con ellos más rápido.

Ante esta situación la Iglesia católica ha pedido la desobediencia civil. Los periódicos, los programas noticiosos y las televisoras públicas se llenan de historias terribles de hijos apartados de sus padres.

Los videos que circulan en redes sociales, con los sollozos de niños llamando a sus papás; la petición de una niña de seis años rogando que llamen a su tía para que la recoja; la foto de una niña de dos años llorando mientras detienen a su madre, conmocionaron a la sociedad norteamericana.

La indignación contra el trato a las familias de inmigrantes que piden asilo es ya un tsunami en la sociedad norteamericana. El artículo escrito por la ex primera dama Laura Bush señala que la separación de las familias era inmoral y le destrozaba el corazón. Lo que ha hecho Trump con esta estrategia es sembrar la protesta social por todo el territorio norteamericano y facilitar a los demócratas el liderazgo en la cámara de representantes.

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JJ/I