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El que madruga…vota primero

SU PRIMERA VEZ. Francisco Zaragoza es la primera vez que vota y estaba indeciso minutos antes de ingresar a las urnas.

Aunque apenas se recupera de una segunda operación en la espalda, Enrique Ramírez Muñoz estaba ayer afuera de su casilla desde las 7:30 de la mañana.

Sabía que faltaba media hora para iniciar con las elecciones, pero quería cerciorarse de que nadie hiciera trampa, echar ojo de quiénes llegaban, si ponían las urnas como se debía, si alguien andaba vestido del color de un partido, en fin, que todo fuera legal.

“Ya tengo unos meses que sé muy bien por quién votar, no fue fácil decidirse, estaba canijo, pero a ver cómo nos va”, dijo don Enrique, quien casi cumple 70 años.

Caminando lento preguntó dónde iniciar la fila y de una maleta sacó su banquito verde: no puede estar mucho tiempo de pie, por ello se previene.

“En esta casilla yo fui hace años de los que ayudó en la votación, pero éramos puntuales, no como éstos”, decía molesto porque pasaban los minutos y no llegaban los representantes de casilla.

“Mira nomás, ya somos como 40 y nada, no se ajustan los representantes, cómo hay gente mal quedada”.

Don Enrique hizo muy bien en cargar su banco, pues las votaciones de su casilla en el distrito 14 comenzaron a las 9 de la mañana con 10 minutos.

La gente ya molesta preguntaba a qué hora iniciarían, mientras don Enrique sacaba sus plumones que trajo para que nadie borrara su voto.

“Ya vi en la tele que esos marcadores valen para pura risa, así que cargo el mío”.

Por fin abrieron, don Enrique fue el primero y lo hizo con calma, tenía seis boletas que marcar, así que se dio su tiempo y al final fue a que le marcaran su dedo.

“Listo, misión cumplida, ojalá y no nos vaya del carajo, rezamos por ello”, dijo antes de abandonar la casilla y seguir, paso a pasito, a su casa.

Laaarga fila

Desde que Jonathan Arturo Vallejo Ibarra supo que por su INE foráneo necesitaba votar en una casilla especial, se hizo a la idea y se formó ayer desde las 7 de la mañana en la casilla de avenida Vallarta, a una cuadra de La Minerva.

Para su sorpresa, a esa hora ya había 129 personas formadas antes que él y le tocó el número 130, que se pintó en la mano: fue la forma en que todos se organizaron y garantizaban su lugar.

La casilla abrió después de las 9 de la mañana y Jonathan pudo ingresar a votar minutos antes de las 11 horas, cuatro horas después de su llegada.

“Tardamos, pero al menos alcancé lugar. Está llegando gente de a montones, pero lo gacho es que ya no hay lugares, la verdad deberían prevenirlo”, dijo Jonathan antes de agarrar camino hacia la tiendita, ya tenía mucha hambre.

Las que echaban chispas eran cinco monjas que hacían fila en la misma casilla especial de Jonathan, pero ellas ya no alcanzaron número. Somos como las 800, pero no nos vamos a ir, hasta ver que se acaben las boletas, qué tal si sobran, si llegan más o la gente se enfada y se va”, dijo aún con esperanza la madre Sofía.

Su primera vez

A Paco Zaragoza le sudaban las manos: apenas era su primera vez votando. “No te miento, estoy a punto de entrar y sigo indeciso, no sé por qué presidente votaré. Si estuviera Cuauhtémoc Blanco votaba por él”, dijo entre risas, bromeando con su familia.

Llegó el turno de Paco y salió feliz, pues desde ahora “su opinión cuenta”.

“Ya vi en la tele que esos marcadores valen para pura risa, así que cargo el mío”
Enrique Ramírez Muñoz, otante

“No te miento, estoy a punto de entrar y sigo indeciso, no sé por qué presidente votaré. Si estuviera Cuauhtémoc Blanco votaba por él”
Paco Zaragoza, votante

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