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Predicciones sobre la jornada electoral

Escribo estas líneas antes del cierre de la jornada electoral. Sin saber aún el desenlace de las elecciones, pondré sobre la mesa algunas predicciones sobre los resultados que me gustaría leer hoy. Mi propuesta es hacer un ejercicio: evaluar en qué medida estas predicciones fueron acertadas a la luz de los resultados reales de la jornada.

Primero, esperemos que quien haya ganado la elección presidencial lo haya hecho con al menos 15 puntos porcentuales de diferencia. Desafortunadamente, en nuestro país es muy común que los candidatos ganen en las votaciones, pero pierdan en los conteos. Un margen de 15 puntos porcentuales sería suficiente para que quien vaya adelante en las votaciones sobreviva el manoseo en el conteo de las actas de casilla. Cuando el margen es menor se corre el riesgo de poner en duda la legitimidad de la elección real de los votantes. Los márgenes muy pequeños ya nos han ocasionado dolores de cabeza en elecciones anteriores.

Segundo, esperemos que el nivel de participación en la elección haya sido de por lo menos 65 por ciento del padrón electoral. Tenemos que vencer el fantasma del abstencionismo. Cuando la ciudadanía se abstiene de votar el resultado de las elecciones depende más de la capacidad organizacional de los partidos que de la voluntad del electorado. Cuando hay abstencionismo, el partido que obtendrá más votos será aquél que tenga mayor militancia y simpatizantes. Esto es problemático porque el nivel de militancia de los partidos no necesariamente se corresponde con las preferencias generales de los votantes.

Tercero, esperemos que la capacidad organizacional del INE y los organismos locales haya sido suficiente, que toda aquella persona que salió a votar, efectivamente lo haya podido hacer. Durante la jornada se escucharon noticias de casillas que abrieron tarde y las largas filas para poder votar. Hubo casos en los que las personas tuvieron que invertir hasta una hora y media de su tiempo para poder ejercer el voto. Esperemos que nadie se haya visto desincentivado de votar al observar las largas filas por las que habría que transitar.

Cuarto, esperemos que no haya habido mayores incidentes de violencia que reportar o lamentar. Recordemos que el ambiente político prelectoral estuvo bastante polarizado. Después del primer debate presidencial las campañas se cargaron hacia la guerra sucia, los ataques y la descalificación. Ojalá que esos ánimos no se hayan transmitido hacia los militantes de los partidos que tuvieron alguna responsabilidad operativa durante la jornada electoral. Al final del día, vivimos en una sociedad pluralista en la que todos los puntos de vista tienen que convivir de forma pacífica.

Quinto, esperemos que los candidatos que hayan perdido la contienda hayan salido rápido a reconocer los resultados de las elecciones. Lo que menos necesitamos es un México polarizado y divido. El país enfrenta retos muy importantes como para invertir nuestras energías en luchas intransigentes por el poder. Tenemos que cerrar filas en los asuntos más importantes del país como combatir la pobreza y la desigualdad, la renegociación del TLCAN y la revisión de aquellas reformas estructurales que no nos han brindado los resultados esperados.

Finalmente, esperemos que quien haya resultado ganador haya sido generoso en la victoria. Quien haya sido electo deberá reconocer que hay millones de mexicanos que no votaron por él, y a los que también tendrá que representar. Esos millones de mexicanos que votaron por otros candidatos también tienen derecho a ser incluidos en la toma de decisiones públicas del país. El presidente electo deberá encontrar la forma de negociar con ellos para incluir sus perspectivas en la forma de hacer gobierno.

 

Coordinador del Laboratorio de Innovación Democrática (LID)

JJ/I