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Lecciones y tareas

Después de las desafortunadas campañas electorales; de los 3 mil 778 millones 834 mil 335 pesos gastados por los partidos políticos y candidatos en las elecciones federales y locales; de los casi 23 millones de spots para la promoción de candidatos; de los más de 130 candidatos asesinados durante el proceso electoral; del robo de boletas electorales; después de la fiesta electoral (para los ganadores) y la cruda electoral (para los perdedores), una de tantas lecturas del lunes 2 de julio, y sin el ánimo de ser aguafiestas, es el monterrocino: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí...”. La delincuencia sigue organizada, continúan los asesinatos y la violencia, la gasolina cuesta más que la semana pasada: México sigue siendo el mismo. Lo único nuevo que floreció fue la esperanza.

El ánimo optimista en el candidato ganador a la Presidencia; el compromiso de los más de un millón 400 mil funcionarios de casilla encargados de instalar 155 mil casillas en todo el país; las instituciones democráticas federales y locales que le dieron certidumbre al proceso electoral (aunque Puebla es el prietito en el arroz); a los más de 45 millones de ciudadanos que acudimos a votar de forma civilizada y libre; a los actores políticos que mostraron madurez al reconocer el triunfo del ganador, nos alientan a vislumbrar un rayo esperanzador en el futuro.

Las campañas políticas son como los noviazgos: mientras andas de novios, ambos muestran modales, apariencias y conductas intachables; se quiere quedar bien, pues. Sin embargo, ya la vida en pareja se vive de forma muy diferente, y sobre todo cuando, de acuerdo con expertos en bioquímica, se acaba la etapa de enamoramiento. Ya pasadas elecciones, ahora el ganador debe cumplir lo que se prometió en campaña. Recordemos: 1. Estado democrático y de derecho; 2. Honestidad como forma de vida; 3. Descentralización de secretarías; 4. Rescate al campo; 5. Atender crisis energética; 6. Promover desarrollo económico; 7. Trabajo y escuela a jóvenes; 8. Aumento a pensiones a adultos mayores; 9. Educación gratuita en todos los niveles y, 10. Combate a la inseguridad.

Para lograrlo, ya ha anunciado quiénes ocuparán las diferentes secretarías para atacar cada problema. La ciudadanía también reclamaba un recambio en la clase política en las funciones de gobierno federal y estos nuevos funcionarios públicos serán responsables de lograr los objetivos trazados en el Proyecto de Nación 2018-2024, para conformar la tan ansiada República Amorosa. Además, la conformación de los próximos Senado, Cámara de Diputados y, aparentemente, la mayoría de los congresos locales, servirán de apuntalamiento para realizar los cambios legales necesarios (aunque para los constitucionales requiere la mayoría absoluta).

Dar marcha atrás a las reformas educativa y energética, consultar plebiscitariamente si se queda o se va (el cargo es irrenunciable), política de “becarios sí, sicarios no”, aumentar el salario mínimo, evitar la corrupción y el tráfico de influencias entre las huestes priístas, panistas y perredistas enquistadas en Morena, construir dos refinerías más, entre otras promesas, son las tareas más difíciles de cumplir y serán las que la oposición le señalará con mayor vehemencia.

Otra de las lecciones del pasado proceso electoral es que el PRI no llegará a su aniversario 90: en el recuento de los daños, algún liderazgo buscará refundar el partido y, como lo hizo con sus dos versiones anteriores, deberá transformarse si desea llegar con algunas posibilidades en las elecciones intermedias. El otrora partidazo está en la lona. Mientras que al PAN, que fue literalmente destrozado por su candidato, después de lamerse las heridas también le convendría buscar el rumbo y el capital político que extraviaron con Anaya.

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JJ/I