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Amarga despedida

(Foto: Especial)

Todo estaba listo para el Candombe. Banderas de Uruguay en los autos, mate en mano, bufandas celestes al cuello en pleno verano calentando las gargantas ansiosas de victoria. Convocados por Dardo Pérez Madrigal, un uruguayo de ascendencia México-Sudámerica, quien reúne regularmente a su comunidad en festejos, llegaron medio centenar de charrúas a su restaurante de comida típica de su país, que abrió sólo para invitados celestes con el fin de seguir el juego de Cuartos de Final ante Francia.

Los trabajos se quedaron en pausa, las conferencias reprogramadas e incluso familias que saldrían de vacaciones dejaron en la cajuela esperando las maletas por el encuentro de la copa mundial: “volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser campeones, como la primera vez”, se escuchó apenas terminó el Himno Nacional.

Los pastes se quedaron en la mesa, ni los deliciosos alfajores artesanales fueron probados, sólo el mate, algunos cigarros y uñas que se consumieron en los primeros minutos del ansiado gol. La energía guardada para el Candombe, un rito tradicional de baile y canto en el carnaval más largo del mundo que en Uruguay dura 40 días, se fue consumiendo en pequeños espasmos de desesperación por la ausencia de las figuras uruguayas.

Al minuto 36’ Uruguay tuvo una clara oportunidad que sólo decretó el adagio de que “equipo que perdona pierde”, y en contragolpe llegó la sentencia con un cabezazo de Verane que heló en las sillas todo el cuerpo de la porra Charrúa.

“¿Qué le pasa a Suárez?”, salió en un suspiro del medio tiempo como la redención de cada cuatro años para el equipo que busca alcanzar el tercer campeonato mundial.

El tsunami triunfalista vestido de azul celeste se fue quedando en olas a partir del segundo gol francés al minuto 61. La marea charrúa se expandió por el local, algunos tomaron una esquina, otros más salieron a la terraza a fumar y gritar su malestar. Silbatazo final y sólo un abrazo; no hubo tamboriles aunque sí el Candombe de celebrar que llegaron hasta Octavos, pero sobre todo, de saberse unidos aunque sea por una mañana, pese a la distancia con su tierra natal.fv