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México y Jalisco, un cambio que apenas comienza

A casi una semana de la jornada electoral apenas vamos cobrando conciencia de lo importante que resultó la amplia participación de los ciudadanos-electores. Tanto para el presidente como para el gobernador electo, es muy importante que el voto a su favor se lea no como un cheque en blanco para hacer lo que les plazca, sino como un apoyo decidido de los ciudadanos que confían en que los nuevos proyectos de gobierno puedan avanzar con mayor celeridad. Las nuevas autoridades deberán entender que este auténtico voto de confianza les compromete para preparar años de buen gobierno.

Es verdad que un elemento fundamental en los resultados de las elecciones federales y estatales tiene que ver con el hartazgo acumulado de años en el país, y en la claridad que hemos logrado en Jalisco -y en muchos de los municipios de la entidad-, en que ya ha habido alternancias: queremos que haya alternancia con alternativa, con un proyecto claro de gobierno, que entre otras cosas incluya la participación ciudadana para enfrentar los principales desafíos del país y de nuestro estado.

Si el resultado electoral dejó muy claro lo que ya no queremos, su contraparte inevitable es una muy alta expectativa de cambio que sí queremos: imposible que los mexicanos no queramos defender los derechos que a lo largo de la historia hemos ganado, pero sin lugar a duda queremos que esos derechos se garanticen, se mejoren y crezcan para todos los mexicanos. Es urgente que la brecha de la desigualdad entre los mexicanos se acorte, y eso quiere decir mejore sustantivamente la vida, la calidad de la educación y los servicios de salud que reciben las personas en las localidades más pobres. Ningún programa asistencial tendrá sentido mientras no se procuren mejores opciones de empleo y los ingresos de las familias les permitan salir de la situación de pobreza crónica.

Éste es el momento en que quienes encabezan los equipos de gobierno tienen que prepararse, elegir muy bien a los equipos de colaboradores, más entre gente conocedora de los problemas en cada campo, que entre los compadres, amigos y camaradas de partido.

Se terminó el tiempo de la contienda y es el momento de asentar la competencia, los enojos, de preparar el programa de gobierno, de buscar a los inversionistas que quieren apostar por su país y por Jalisco, sabedores que si invierten y apuestan bien, ganan ellos y ganamos todos.

Es el momento de escuchar a los ciudadanos, de analizar lo que causa y alimenta la violencia y la inseguridad que vivimos día a día en las calles, pero también de conocer la lógica, las estrategias y los apoyos con que opera el crimen organizado, justo para romper el círculo perverso de crímenes, corrupción e impunidad. A partir de un diagnóstico serio habrá de articularse una estrategia que vaya a la raíz de esos complejos problemas y poco a poco ofrecer resultados que recuperen la confianza de los ciudadanos.

En Jalisco, el proyecto que encabeza Enrique Alfaro ha cobrado fuerza más allá del Área Metropolitana de Guadalajara y de algunas cabeceras distritales, con el apoyo de los municipios del interior. Hoy es mejor reconocido y secundado por actores locales con prestigio y presencia en la región.

Es necesario, imprescindible, que vayamos preparando un pacto nacional y estatal que comprometa a los actores políticos, sociales, a las instituciones públicas y a los ciudadanos. Un pacto a partir del cual se puedan empezar a sentar las bases de un cambio profundo, con una mejor coordinación entre niveles de gobierno, un rumbo mejor trazado para Jalisco, que atienda en serio los problemas más graves y sentidos por la población, un acuerdo que active y promueva mayor cooperación e interacción entre los gobiernos y la ciudadanía.

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