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La sociedad civil, el contrapeso

En una entrevista con Ismael del Toro Castro, virtual presidente municipal de Guadalajara, rechazó que sea peligroso que no haya contrapesos en el estado para Movimiento Ciudadano. Aunque hayan ganado todo, aceptó, está la sociedad civil.

Movimiento Ciudadano (MC) ganó el gobierno del estado con una ventaja tan cómoda que permite al virtual gobernador, Enrique Alfaro Ramírez, irse de vacaciones sin siquiera esperar su constancia de mayoría. Además, serán gobierno en 71 ayuntamientos, donde vive más de 88 por ciento de la población del estado, se quedarían con 17 de los 20 distritos federales y 15 de los locales, así como con la representación en el Senado.

Si a esto sumamos el tono de los discursos de Enrique Alfaro, en los que ha lanzado señales claras de que está dispuesto a ejercer el poder porque los ciudadanos lo eligieron, podemos adelantar que Jalisco no vivirá tiempos de consensos ni acuerdos.

Movimiento Ciudadano llega al poder también con el respaldo de una coalición parcial con dos fuerzas políticas que, si bien están muy disminuidas, siguen teniendo presencia en la entidad, los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN). También, de manera paralela, con uno de los grupos políticos de mayor fuerza en Jalisco, el de la Universidad de Guadalajara.

Enfrente tiene al partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que si bien se convirtió en la segunda fuerza política del estado, no alcanzó los espacios que le permitan incidir. Llevaba ventaja apenas en siete municipios y en tres distritos locales y tres federales.

Además, hay un Partido Revolucionario Institucional que tendrá que preocuparse primero por no extinguirse y en cuidar que las pugnas internas no sean un empujón más hacia el abismo. Por su parte, el Partido Verde Ecologista de México, que dejó la alianza en Jalisco con el PRI, está cada vez más cerca de MC.

Con este panorama, es claro que los partidos políticos no serán los que busquen equilibrar la balanza. Ninguno parece tener condiciones para ello. De hecho, hace tiempo que los partidos de oposición han renunciado a ser contrapesos de los partidos en el poder, salvo para aquellos temas que les interesan.

Pero la sociedad civil sí lo ha hecho. En eso tiene razón Del Toro Castro. Y no como una masa homogénea que encuentra causas y las abandera. Cada quien lo hace en su ámbito, en su espacio y con sus recursos. Los botones de muestra son muchos y los logros han sido importantes.

Podemos incluir entre estos ejemplos a los vecinos del barrio de Mexicaltzingo, quienes recientemente consiguieron una suspensión definitiva contra la decisión del Ayuntamiento de Guadalajara, cuando estaba al frente Enrique Alfaro, de entregar la plaza principal a la Universidad de Guadalajara, para que construya un estacionamiento.

También está la larga lucha que durante años han mantenido los indígenas de San Sebastián Teponahuaxtlán, para recuperar más de 10 mil hectáreas invadidas por ganaderos de Nayarit. Lo hicieron directamente, sin el apoyo de las autoridades que, además, ni siquiera al momento de ejecutar las sentencias han sido efectivas.

Podemos incluir también la lucha de los poblados de Temacapulín, Acasico y Palmarejo para frenar la presa El Zapotillo, o el ejido Agua de Obispo y los ganaderos de San Juan de los Lagos para impedir que el acueducto de El Zapotillo a la ciudad de León, Guanajuato, no pase por su territorio.

O la lucha de los ejidatarios de El Zapote, que acabaron con aquel proyecto de un desarrollo inmobiliario en la cuenca de El Ahogado y sus triunfos jurídicos contra el aeropuerto.

Ése es el contrapeso. Y no necesita permiso de las actuales ni de las futuras autoridades.

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