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Si se hace teatro, los de arriba tiemblan

Postura. Juan Jo Rubio cree firmemente que el arte es una herramienta de concientización, apuesta por el teatro que invita a reflexionar. (Foto: Grisel Pajarito)

El director escénico tapatío Juan Jo Rubio tiene una postura clara frente a las obras que emprende, tienen que tener calidad, pero también tienen que tener una afrenta al presente como lo conocemos. La violencia de género, pero también la ficción son temas que conviven en su imaginario por igual.

En 2013 inició su compañía Pata de Conejo y desde ahí trabaja con varios actores de distintas trayectorias en Jalisco. También escribe dramaturgia y está determinado no a cambiar el mundo, pero sí a plantar una semilla.

NTR. ¿Cómo te acercaste al teatro?

Juan Jo Rubio (JJR). Empecé a estudiar teatro desde chico. A los 12 años me metí a una escuela de actuación, en parte porque mi mamá veía que no me estaba quieto. Estudié taekwondo, natación, futbol, pero siempre hubo en el arte algo que me llama. En la escuela llevábamos actuación, modelaje, canto y danza, ahí estuve un rato; primero iba los sábados, pero me gustó tanto y el grupo creció, así que empecé a ir casi toda la semana. Luego me ofrecieron una beca de tiempo completo y entonces empecé a actuar también en obras para niños en el Galerías. Ahí luego salieron trabajos.

NTR. ¿Cómo decidiste que te dedicarías a esto de manera oficial?

JJR. Estudié una carrera técnica en Comunicación y creo que ahí me llamó la palabra escrita. Pronto entré en la crisis de elegir una carrera. Sentía que tenía que irme del país, pero entonces me convencieron de hacer trámites a Artes Escénicas, sí quedé y creo que me tocó una buena racha, con maestros importantes, luego tuve la oportunidad de irme a Canadá un tiempo donde descubrí la técnica impecable que no veía aquí, no tenía esta onda visceral que veía en Guadalajara. Cuando volví tenía unas ganas inmensas de hacer cosas así.

NTR. ¿Cómo llegó la dirección a tu imaginario?

JJR. Siempre hubo en los procesos de actuación algo que no terminaba de encajar, pero no sabía si tenía que ver con los maestros, o con los procesos, las obras o yo. Empecé a explorar este otro lado y sí: haberme ido a dirección fue muy autodidacta, tuve poca instrucción académica ahí. Era muy limitado, pero me aventé a mis propias lecturas, así empezó mi proyecto. Mi primera obra fue Comedia, una adaptación de Play de Beckett, tuvimos una breve temporada y participamos en un festival. Lo que duró el proyecto fue muy bonito. Entendí que sobre todo el director es un guía, no un dictador, y he intentado que no se me olvide.

NTR. ¿Recuerdas lo que aprendiste de esa experiencia?

Ha sido todo muy circunstancial, el exterior ha influido mucho. Hubo un puente entre esa obra y Epidemia, mi primera obra fuera de la escuela y mi primera obra independiente. Tuve una transición, pero fue fácil porque los equipos en los que trabajé confiaban mucho en mí, me sentí acompañado. Tenía una formación rígida para abordar el teatro que venía de la escuela y ahí entendí que pasar del papel al cuerpo es complicado. Entendí lo que no debía de hacer y que el director debe adaptarse.

NTR. ¿Qué temas te interesan ahora?

JJR. Estoy comenzando una investigación sobre el barrio del Refugio, cerca de donde vivo, los procesos de crecimiento de los barrios, la mano del narcotráfico, las pandillas. Viví las pandillas muy de cerca en la adolescencia y me marcó. Estamos trabajando todavía en el texto. Al final en retrospectiva creo que eso ocurre, uno de mis amigos que cayó en las drogas estuvo en una situación de abandono, al final la calle te adopta. Independientemente de eso, son unidos y eso es algo que la sociedad tiene que hacerlo.

NTR. ¿El teatro es una herramienta para la conciencia social o es la conciencia social la necesaria para hacer teatro?

JJR. Es una herramienta. Este tema me taladra todo el tiempo. Existe este lado mío que quiere hacer teatro estético, teatro bonito para el disfrute del público, pero creo firmemente que el arte es una herramienta de concientización y sí creo que el arte en general puede abrir conciencias, no cambiar al mundo, pero sí hacer dudar a la gente, hacerla reflexionar, a lo mejor no inmediatamente, pero sí. Cuando empezaba yo era muy utópico y quería hacer reflexionar a la gente, pero no siempre una hora sentado en el teatro genera una reflexión. Pero sí creo que puede ser el inicio, la incitación.

NTR. ¿En qué teatro crees para generar el cambio?

JJR. Ir a las comunidades y presentar obras se me hace muy bueno. Pero también quiero vivir esto. Es una pregunta en tensión siempre. Me importa hacer cosas de calidad, pero lanzar el zarpazo. Porque para mí el teatro es político, así hagas Por qué los hombres aman a las cabronas o Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, creo que es político. Luego, cuando la gente que hace teatro se quiere deslindar, me parece absurdo porque nosotros los artistas vivimos fuera del sistema, por eso es la primera a la que se le recorta presupuesto, porque en un sistema de producción masivo el teatro no genera ganancias, no es una fábrica, no es una maquila. Si se hace teatro y se empieza a reflexionar, los de arriba tiemblan.

“No siempre una hora sentado en el teatro genera una reflexión. Pero sí creo que puede ser el inicio, la incitación”

“Viví las pandillas muy de cerca en la adolescencia y me marcó”

“Creo que el arte en general puede abrir conciencias, no cambiar al mundo, pero sí hacer dudar a la gente, hacerla reflexionar”
Juan Jo Rubio, director

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