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Día cero para limpiar los océanos

Entre California y Hawái se extiende una enorme isla de 1.5 millones de kilómetros apenas descubierta en 2015, pero no como las de tierra, flora y fauna tropical, sino de plásticos y basura flotante que se mantiene compacta gracias a la dinámica de las corrientes marinas, ya que al tener direcciones opuestas llega un punto donde confluyen y eso permite que los materiales inertes que arrastran a su paso permanezcan unidos en ese punto.

Esta isla fue descubierta por satélites que detectaron una enorme mancha gris sobre el océano Pacífico Norte que no correspondía a ningún trozo de tierra existente, pero claro que cabe la duda legítima sobre ¿cómo no se habían dado cuenta antes si es una ruta frecuentísima por embarcaciones y aviones? Quizá alguien trató de mantenerla en secreto por su proximidad con una de las mayores economías del mundo que no le convenía reconocer a un vertedero marino como vecino.

Pero no es el único caso, otra isla de polución está en el hemisferio sur también sobre el Pacífico y con unas dimensiones de escalofrío: 2 millones de kilómetros cuadrados, territorialmente muy similar a México, y 100 mil toneladas, mismo peso que consume todo Estados Unidos de aguacate durante el Super Bowl.

Esto es, tan sólo en el Pacífico hay dos tiraderos clandestinos flotantes descomunales en el mismo ecosistema de donde obtenemos buena cantidad de nuestros alimentos de origen animal. Para decirlo claro, estamos consumiendo peces, pulpos, camarones, calamares que de una u otra forma han estado en contacto con este tipo de tiraderos marinos y han llegado incluso a formar parte de la cadena alimenticia.

Las imágenes que hemos visto circular con aves, ballenas, peces y tortugas muertas con gran cantidad de plástico en su estómago no es desproporcionado, es apenas un asomo de la realidad que enfrentan diariamente los organismos marinos, donde solemos desconocer la dinámica.

La buena noticia es que hay quienes trabajan al respecto. Boyan Slat, el holandés de 25 años que se asombró de tanta basura en el océano, empezó a crear un movimiento para revertir la contaminación y creó The Ocean Cleanup, un proyecto que después de 5 años de trabajo dará sus primeros frutos a partir de hoy domingo: entrarán en operación 50 barreras filtradoras de residuos en la superficie del Pacífico Norte, justo en los alrededores de la isla de plástico que eventualmente irán retirando.

Esta iniciativa se logró con 30 millones de dólares y varios años de mejorar un prototipo de barrera filtradora que recogerá la basura flotante para que deje de ser un riesgo biológico.

Pero la respuesta no está en ese costoso proyecto, la solución de fondo está en tierra, en las formas de consumo y en los materiales que se producen. Aunque nos alegremos por la iniciativa de The Ocean Cleanup, es necesario que a nivel legislativo, social y personal se afinen prácticas como la erradicación de las bolsas de plástico, los desechables y los productos plásticos de vida corta.

En Jalisco, el Congreso del Estado apenas analiza alguna reforma de ley para valorizar los residuos y llegar al estatus de basura cero, pero para eso no sólo se debe apelar a un cambio de conciencia que va a demorar años, sino presionar, ya sea con prohibiciones o con incentivos atractivos a quienes erradiquen del mercado el alto consumo de materiales contaminantes de larga vida y mínimo uso.

La clave es que todos nos involucremos y animemos a hacer cosas diferentes: llevar trastes propios a lugares donde sólo entreguen desechables, dejar de abusar de bolsas o empaques innecesarios, evitar las botellas de agua (máxime los envases pequeños que son pura basura), e infinidad de soluciones que se pueden atacar desde casa y trasladar a lo comunal. Con esos controles en serio y en forma, llegaría a ser innecesario tener barreras filtradoras de basura en el mar.

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