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Ferrocarrileros, hastío social y AMLO

Esa noche, más de mil ferrocarrileros fueron detenidos en Guadalajara por el Ejército y agentes de la Policía Judicial Federal. Los trabajadores pertenecían a las secciones 10 y 33 del sindicato. Se hallaban en asamblea tras declararse en huelga nacional, liderados por Demetrio Vallejo. Demandaban incremento salarial, pero su patrón, el gobierno federal, lo rechazó y atacó. De sus locales sindicales, los ferrocas (como solían llamarse) fueron trasladados al Cuartel Colorado. Era la madrugada del domingo 29 de marzo de 1959. El presidente de la República surgido del PRI era Adolfo López Mateos. “El gobierno sofocó la agitación ferrocarrilera”, tituló la nota principal de su portada un periódico local.

Luego de interrogarlos y ficharlos, la mayoría de los trabajadores fueron dejados en libertad en el transcurso del domingo. En cambio, a 70 de los detenidos, casi todos de las dirigencias seccionales, se les trasladó en aviones al entonces Distrito Federal, a disposición de la Procuraduría General de la República. Los presos eran 66 hombres y cuatro mujeres. Entre ellos estaban José Guadalupe Zuno Arce, hijo del ex gobernador y fundador de la UdeG, José Guadalupe Zuno; Lola Vidrio, periodista y escritora, Premio Jalisco en 1952, con otros identificados por el periódico local como “agitadores de tendencia comunista” que apoyaban a los rieleros. Terminaron en la cárcel. Demetrio Vallejo estuvo preso en la tenebrosa Lecumberri casi 12 años por encabezar las protestas.

Este 28 de junio se cumplieron 60 años de que el sindicato ferrocarrilero pretendió dar a conocer, ese día pero de 1958, en el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, su plan para defender a los trabajadores. No pudo hacerlo. El Ejército disolvió la manifestación y allanó sus oficinas.

La historia de los movimientos sociales, políticos, opositores, como el de los ferrocarrileros y muchos otros, es la historia de cómo fueron reprimidos por los sucesivos gobiernos emanados del PRI. Médicos cirujanos, enfermeras, profesores de educación básica, estudiantes universitarios, campesinos, electricistas, electores, defensores de derechos humanos y un larguísimo etcétera de mexicanos que criticaron y desafiaron al régimen tricolor encontraron por respuesta diversas formas de represión, impunes, que llegaron hasta los asesinatos masivos.

Durante décadas ha sucedido así, hasta la actualidad. Detrás del triunfo de Andrés Manuel López Obrador hay una larga historia de quienes se han opuesto, criticado o por lo menos están inconformes con la conducción del país hecha por priístas o panistas. Los que votaron por López Obrador se sienten representados por quien ya es presidente electo.

Un ejemplo de víctimas del régimen priísta y panista son los ferrocarrileros. Después de que el gobierno federal aplastó al sindicato en 1959, les impuso un secretario general que retomó el charrismo sindical, o sometimiento total a los patrones, empezado en 1948 en el propio gremio ferrocarrilero.

Tras la represión de 1959 un grupo de trabajadores organizó el Movimiento Sindical Ferrocarrilero, que durante años se mantuvo como disidente en el sindicato y se sumó a movilizaciones como la de 1968. Más tarde, Ferrocarriles Nacionales de México fue desincorporado en 1997 por el presidente priísta Ernesto Zedillo y puesto en liquidación por el panista Vicente Fox. Lo que nacionalizó Lázaro Cárdenas lo privatizó el PRI.

En Guadalajara, a finales de los años 90, viudas de pensionados y ex trabajadores de ferrocarriles, todos de la tercera edad, participaron una y otra vez en pequeñas marchas para demandar les pagaran. Ante la indiferencia o enojo de automovilistas caminaban del Parque Agua Azul al palacio de gobierno.

En 1993 fue asesinado de manera nunca aclarada el secretario general del sindicato ferrocarrilero, Praxedis Esquivel. En su lugar entró en 1995 Víctor Félix Flores Morales, quien ha sido tres veces diputado federal del PRI, que pronto se hizo millonario, acusado penalmente de fraude, de saquear el fideicomiso de los pensionados. Y sigue campante como dirigente sindical. Lo más reciente: la semana pasada lo acusaron de cobrar cuotas ilegales a los pensionados. La PGR no procede. Nadie le pone límites.

Hay memoria. El hastío contra el régimen tiene antecedentes. Como en muchos otros ejemplos, la de los ferrocarrileros ejemplifica la historia de inconformidades que encontró un posible aliado: López Obrador.

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JJ/I