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Editoriales independientes, sin espacios en bibliotecas públicas

(Foto: Especial)

Sin legislación al respecto y sin una intención dirigida, los títulos y novedades de las editoriales independientes tapatías no son representadas en las bibliotecas públicas del estado, sobre todo en las estatales.

Con pocos o nulos títulos de sus colecciones, estos recintos no se han preocupado por ofrecer un esquema que beneficie a la producción local interpretando así los artículos de la Ley de Fomento a la Cultura del estado que habla de (XII) realizar las acciones necesarias a efecto de fortalecer, ampliar y mejorar el sistema de bibliotecas públicas de la entidad; (XIII) Elaborar y ejecutar la política editorial del Estado en materia cultural, considerando las propuestas que para tal fin proponga el Consejo a través de la Comisión Estatal de Fomento al Libro y la Lectura y que en su apartado del fomento al libro y a la cultura ni siquiera menciona a los independientes.

No destinan fondos a adquisición

Las ediciones de Arlequín, por ejemplo, han encontrado un espacio aunque sea pequeño en los acervos de la Universidad de Guadalajara alrededor del estado que guarda ejemplares que se imprimieron hasta en 1995. El más reciente de ellos: Premio del bien y castigo del mal, de la escritora Refugio Barragán de Toscano, con dos ejemplares en el Centro Universitario de la Costa Sur y cinco ejemplares en el del Sur, basado en Ciudad Guzmán, de donde es originaria la autora.

Felipe Ponce, director de la editorial comentó que sin embargo sus libros han sido prácticamente ignorados en la Red Estatal de Bibliotecas, a cargo de la Secretaría de Cultura. Dijo que si hay libros de Arlequín es por la generosidad de ciertos autores y donadores que han llevado esos ejemplares, pero nunca hubo un acercamiento directo de parte de las autoridades.

La directora de la red, Laura Patricia Cortés Sahagún, dijo que durante este tiempo han fortalecido el acervo de las bibliotecas tanto con los libros que vienen de la Secretaría de Cultura federal y, casi mensualmente, con donaciones en áreas de géneros específicos, así como de revistas y otros documentos hemerográficos. Incluso, dijo, la UdeG ha fungido también como donador de ejemplares.

Ponce dijo, por su parte, que le parece vergonzoso que no exista un presupuesto etiquetado especialmente para adquirir acervo para las 283 bibliotecas bajo la administración de la red y que las donaciones deben ocurrir en casos de emergencia, en países que no cuentan con producción editorial local.

“Se entendía que no compraran estos libros cuando no había una producción tan importante a nivel nacional e internacional, pero ya la hay… la Secretaría de Cultura parece no interesarse por sus lectores como en las bibliotecas internacionales en donde las novedades editoriales son incluidas en los acervos en el momento en que salen al mercado como un derecho de los usuarios de esos recintos”.

Ponce mencionó que sólo con la compra de un par de cada título para todas las bibliotecas representaría ya una ayuda importante para generar más publicaciones sin la necesidad de becas o apoyos gubernamentales externos. “Comprar libros de nuestro acervo sería un apoyo significativo”, dijo.

Más alentador

Sobre la Universidad de Guadalajara el panorama es más esperanzador, pues hacen compras importantes casi cada año, aunque ocurre de manera aislada y no centralizada, pues cada centro universitario se preocupa por sus propias adquisiciones sobre todo para las carreras que albergan y en donde la generosidad de los encargados en cada centro es la que decide. Los libros de Arlequín, por ejemplo, se encuentran sobre todo en el CUSur.

Antonio Marts, editor de Paraíso Perdido, dijo también que si las editoriales de la ciudad estuvieran en unión podrían lograr una presión más contundente en lo que tiene que ver con la Ley de Fomento a la Cultura del estado para garantizar un mejor panorama en este caso estipulado en la ley, lo que será crucial en las políticas públicas a discutir en la administración que entra, dijo.

“Creo que simplemente por la representación que tenemos de autores locales sería importante que estuvieran dentro de los acervos”, dijo. “Al no haber una editorial estatal oficial nosotros somos quienes los estamos dando a conocer. No todos los lectores pueden acceder a esta oferta y es una tristeza que habiendo una producción editorial con tantos frutos dentro del estado, ellos no estén siendo parte de esto”.

Además de las coediciones que han realizado con el estado y algunos títulos de novelas, la más reciente, El último relato de Ambrose Bierce de Luis G. Abbadie, publicado en 2017. En la Universidad de Guadalajara no les ha ido tan bien, sólo el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades cuenta con ciertos ejemplares, no de las novedades, y dijo que aunque ha habido acercamiento durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara no ha ido tan bien como en la biblioteca del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), que adquirió todos los libros del catálogo de Paraíso Perdido y los de Arlequín.

En el caso del sello de poesía Mantis Editores les ha tocado tener más presencia en las bibliotecas de Tonalá y sólo en la Central del Estado. Luis Armenta, director de la editorial, dijo que sabe que es difícil, pero que “el ideal sería representar a nuestros poetas en todas las bibliotecas”.

En efecto, estos recintos municipales tienen un peor panorama. Marts dijo que en ocasiones han establecido contacto con las autoridades de la red municipal y que han manifestado ni siquiera contar con un presupuesto establecido para adquirir acervo y usar el que tienen para mantener los recintos en pie.

Carlos Armenta, editor de sellos como la cooperativa editorial Ámbar e Impronta, dijo que tampoco cree que todas las bibliotecas tendrían que tener forzosamente los ejemplares producidos aquí, pero que varios recintos están vocacionados para ello y podrían hacerlo. “Sí hay libros editados aquí que marcan el panorama editorial en amplios niveles y sería importante que los lectores tuvieran acceso a ellos”, dijo.

Sobre sus libros disponibles en los recintos, dijo que la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz llegó a adquirir varios títulos, algunos incluso que no eran de sus sellos, pero adquiridos desde la librería de Impronta, algo que no ocurrió más este 2018, dijo, por el incendio suscitado en el recinto a finales del año pasado.

Ni las bibliotecas estatales ni las municipales se han acercado en ese sentido. El único libro que se puede encontrar en la red es La rebelión de los negros (2017) de Javier Raya, que cuenta con dos ejemplares en la Biblioteca Central, aún si otros de sus libros han sido también coeditados por la Secretaría de Cultura.

De todos modos, Carlos Armenta señaló que como editores y pensando en una política que favorezca a la producción local, sí les gustaría que el lector encontrara sus libros en los estantes públicos, pero que además de adquirirlos directamente de ellos como proveedores, haría falta un programa que promueva la lectura de estos autores y libros como parte del fomento cultural. “Las bibliotecas no sólo (deberían vivir) de la riqueza o la vastedad de su acervo, sino de que promuevan la lectura de manera eficaz”, dijo. “Sin esto aunque contemplaran los libros no resultaría fructífero”.

Qué dice la ley

La Ley de Fomento a la Cultura de Jalisco dice sobre las bibliotecas que el estado tiene la obligación de (XII) realizar las acciones necesarias a efecto de fortalecer, ampliar y mejorar el sistema de bibliotecas públicas de la entidad; (XIII) elaborar y ejecutar la política editorial del estado en materia cultural, considerando las propuestas que para tal fin proponga el consejo a través de la Comisión Estatal de Fomento al Libro y la Lectura y que en su apartado del fomento al libro y a la cultura.

En la Juan José Arreola

En su reglamento, la Biblioteca Pública del Estado Juan José Arreola determina que el recinto tiene el deber de “organizar las publicaciones que se editen y/o comercialicen en el estado de Jalisco y que la legislación local determine que se depositen en ella”.

Esta biblioteca en particular cuenta con alrededor de 20 títulos de Paraíso Perdido, uno de Ámbar Cooperativa Editorial, 11 de Mantis Editores y alrededor de 50 de Arlequín.

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FRASES

“La Secretaría de Cultura parece no interesarse por sus lectores como en las bibliotecas internacionales en donde las novedades editoriales son incluidas en los acervos en el momento en que salen al mercado como un derecho de los usuarios de esos recintos”.
Felipe Ponce, editor de Arlequín

“Las bibliotecas no sólo viven de la riqueza o la vastedad de su acervo, sino de que promuevan la lectura de manera eficaz. Sin esto aunque contemplaran los libros no resultaría fructífero”
Carlos Armenta, editor

JJ/I