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De flores

Las buenas expectativas generadas por el estreno de la serie La casa de las flores, dirigida por Manolo Caro, se cumplen. Es un relato que sostiene a todos los personajes en un mismo nivel de interés, capítulo a capítulo se suman problemas para los protagonistas y se agudiza la tesis de la serie: guardar secretos y tener doble vida, trae consecuencias. Manolo Caro entra y sale del melodrama, la farsa, la comedia romántica y el humor nunca se desborda para hacer comedia de pastelazo, sino se queda en el humor negro, que es el único que puede resultar de una historia como esta.

La casa de las flores es la historia de la familia Morales que vive en Las Lomas, la colonia más fresa de la Ciudad de México y es dueña de una florería. Pero los Morales son inmorales: Virginia (Verónica Castro) en una fiesta se entera que su esposo tiene una casa chica y un negocio, un cabaret. Hay una hija que tienen fuera del matrimonio, un integrante de la familia es gay y todos lo saben, menos la madre. La hija mayor es divorciada de un hombre transexual. Lo demás hay que descubrirlo. Chistoso, la cinta la narra una mujer muerta como lo hizo Desperate housewives, un gancho para la generación del director, aunque trate temas milenials.

Virginia hace lo posible por esconder todo lo que contravenga sus valores y eso la lleva a tomar las decisiones como vender drogas. A al llegar al capítulo ocho y nueve, quienes recuerden a la reina de las telenovelas la descubrirán. Verónica Castro se arriesgó y construyó un personaje sólido, que canta canciones de Yuri y Cristian Castro, fuma mariguana y es vengativa. Pero es Cecilia Suárez (la actriz fetiche de Caro) la que atrae la atención con un personaje desesperante, es esa hija dedicada a cuidar a su madre sacrificando su vida personal. Aislinn Derbez es la mujer moderna y fresca, en ella están los momentos más divertidos.

La casa de las flores plantea relaciones humanas disfuncionales que sólo los deseos y los encuentros sexuales alivian, habla de la hipocresía social, de valores inútiles en pleno siglo 21, de hacer visible el papel de distintas preferencias sexuales en la dinámica social (Influenciada por el cine francés, sin duda) y advierte que el narcotráfico ha escalado a todos los niveles.

Los capítulos son nombrados como flores y lo que simbolizan, sin verbalizarlo, expresa la importancia de florecer: aceptar las diferencias, entender al otro, de decir la verdad y sobre todo, que debajo de lo aparente, hay espinas, mentiras y secretos que hacen daño. Esta es una serie moderna, que hará ruido a las buenas conciencias, pero tiene la virtud de hacer que más de uno se reconozca en muchos aspectos y hace reír sólo a quien se refleje en la trama.

@WhoIsFranco

fv/i