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Los mártires del alto rendimiento

He visto cómo se mata la inspiración que han dejado los héroes. Azorados terminan niños y niñas en algunos entrenamientos de clavados de un pequeño grupo de menores de entre cinco y 12 años bajo el mando de un nuevo entrenador del Code proveniente de Nuevo León, quien desde una silla grita, impone y busca la inhumana e imperfecta perfección de atletas que no tienen más de un semestre en el que decidieron entrar a la escuela de clavados para darse cuenta desde el primer día que quizá se equivocaron, más no por ellos, sino por la elección de entrenador.

Duele. Indigna. Escalofría. Ver la forma cruenta en que los infantes lloran. Mi punto de vista, y podré estar equivocada: Jalisco crea campeones, más no clona mártires de medallero.

Un entrenador así hurta, usurpa, despoja quimeras y entrega opresión en una etapa en la vida en la que el mundo debe ser más alegre.

Pero en todo esto, los padres son los primeros culpables, por permitir el régimen y entregar los cuerpos sangre de su sangre a un objetivo despiadado: convertirlos en atletas de alto rendimiento sin que se respete la elasticidad de sus cuerpos, su dignidad y no se privilegie el trabajo a largo plazo que exigen los clavados.

Un entrenador debe ser un artista para provocar que sus alumnos se enamoren del deporte; cierto, debe haber disciplina más no maquila deshumanizada de medallas.

Especialistas tienen decálogos completos sobre los pasos a seguir a las primeras señales en las que un niño es avergonzando, humillando o asustado ya sea a propósito o no, porque puede ser que el instructor crea que su sistema sea correcto porque nadie le ha dicho lo contrario.

Documentar los casos, hablar con los menores sobre sus ilusiones, discutir personalmente con el entrenador, reunirse con los encargados y solicitar que se tomen las medidas para ofrecer a los hijos una experiencia más positiva es totalmente aceptado en el alto rendimiento y son los pasos que todo padre debería tomar en cuenta cuando considera que su hijo es vulnerado, se trate de deporte, escuela o institución.

Dicen los especialistas que todo padre debe enfocarse en los sentimientos y experiencias de sus hijos y no en su percepción, porque cierto, a veces la ambición es algo tan banal como la capacidad de por un sueño personal entregar a un hijo sin considerar sus pesadillas.

@PatyPenia