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Vivos los queremos

El 21 de diciembre de 2010, la Organización de las Naciones Unidas declaró el 30 de agosto como Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. En la resolución que hace oficial la fecha, la Asamblea General de la ONU se declara “profundamente preocupada, en particular, por el aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones del mundo, como por los arrestos, las detenciones y los secuestros cuando son parte de las desapariciones forzadas o equivalen a ellas, y por el creciente número de denuncias de actos de hostigamiento, maltrato e intimidación padecidos por testigos de desapariciones o familiares de personas que han desaparecido”.

A ocho años de que se haya instituido la fecha, poco o nada han mejorada las cosas y, en lo que toca a México, se puede decir que, por el contrario, han empeorado: según datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas, en México hay más de 36 mil personas de las que no se conoce su paradero. En el concierto de las cifras, Jalisco ocupa el tercer lugar con más de 3 mil 700 personas desaparecidas. Si por sí mismas las cifras son escandalosas, la cosa se vuelve todavía más trágica cuando se cae en cuenta de que en 10 años, los gobiernos federal y estatales no han sido capaces de articular un mecanismo que permita llevar un registro adecuado y confiable de las desapariciones, cuya cifra se queda muy por debajo cuando se compara con la que, de manera independiente, han venido levantando distintos colectivos y organizaciones de la sociedad civil.

A la tragedia de los desaparecidos hay que sumar el horror por la proliferación de las fosas clandestinas. Sólo en el último mes en Jalisco se han encontrado tres –una de ellas dentro de Guadalajara–, con medio centenar de personas asesinadas. Las autoridades se han visto rebasadas en su capacidad de respuesta: el Servicio Médico Forense (Semefo) no se da abasto para la identificación de los cuerpos que han sido localizados. Atrapados entre crueldad de unos y la ineficacia de otros, miles de personas buscan en la morgue a sus seres queridos sin obtener respuestas.

En medio de este horror, cabe destacar la labor que está haciendo la sociedad civil. En Jalisco y la Zona Metropolitana de Guadalajara tenemos al colectivo Por Amor a Ellxs, cuya labor ha sido fundamental para agilizar la identificación de los cuerpos localizados en las fosas más recientes. Con apuntes a mano, levantan registro de las señas de los cadáveres y luego los cruzan con las fichas de búsqueda, un proceso doloroso, sí, pero que agiliza el proceso para ponerle nombre e historia a los cuerpos y da una certeza –atroz, pero certeza al fin– a los familiares.

La de los desaparecidos es una tragedia que debe tocarnos a todos, porque ninguna familia merece vivir en esa incertidumbre y ese dolor. Todos debemos exigir resultados a las autoridades para que detenga esta crisis y dé certidumbre a las familias. Hemos de gritar, junto a ellos, que si vivos se los llevaron, vivos los queremos.

Opinión de: [email protected]

JJ/I