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Afilan el hacha

La mayoría de la ciudadanía considera que los senadores de la nueva Legislatura harán mejor su trabajo que los salientes, según una encuesta del Instituto Belisario Domínguez de la Cámara alta.

Casualmente, y ya que se fueron los de la 63ª Legislatura, se hizo la primera Encuesta Nacional sobre el Senado que arroja que para la población la principal característica de un senador debe ser la honestidad.

Es relevante el dato de que siete de cada 10 encuestados, es decir, 73.3 por ciento, consideran que los nuevos senadores harán mejor su trabajo en comparación con los legisladores salientes y sólo 2.4 por ciento cree que lo harán peor.

Si los que se fueron hubieran tenido antes esta valoración, ¿les habría importado? Hay muchos elementos para considerar que no, empezando por el cúmulo de excesos en los que incurrieron y que con el cambio de partido dominante están empezando a aflorar.

La Junta de Coordinación Política del Senado dice que cortará de tajo gastos por 600 millones de pesos.

¿En qué se gastaban esa cantidad los antecesores? Hasta en el peluquero. Según las cifras dadas a conocer por Ricardo Monreal Ávila, presidente de la junta, el hacha está lista para cortar 6.4 millones de pesos que se destinaban a seguros de gastos médicos mayores; 40.5 millones se ahorrarán al quitar el seguro de separación individualizado y 150 millones ya no se gastarán en complemento de aguinaldo de 40 días a los senadores.

También quieren ahorrar 20.5 millones de pesos al eliminar los gastos para la compra de vehículos y gasolina para mandos y legisladores, la telefonía celular de mandos y el pago de estacionamientos externos.

Pero el rubro que permitirá un ahorro mayor es el que manejan las bancadas. Los grupos parlamentarios disponían de 354 millones de pesos que ahora se reducirán a 177 millones. De manera complementaria se ahorrarán 16.9 millones al reducir 30 por ciento los apoyos técnicos a senadores; ¿esto qué significa?, que los legisladores que cobran un salario a su vez pagan nómina a quienes en realidad hacen la chamba, es decir, sus asesores.

Lo que se pretende ahora no es propiamente eliminar a los séquitos de los senadores, sino reducir plazas en los grupos parlamentarios y órganos de gobierno del Senado, lo que significará un ahorro de 84.5 millones de pesos.

También habrá disminución en el número de comisiones, lo cual significará ahorros de 32.2 millones de pesos y se ahorrarán 3.7 millones en viajes internacionales.

Más allá de la cifra escandalosa de dinero en manos de los grupos parlamentarios, resulta ofensivo que el ejercicio de ella era discrecional: los presidentes de las 64 comisiones ordinarias y 16 extraordinarias (80 en total) tenían acceso a un techo presupuestal de 200 mil pesos mensuales para la contratación de personal, lo que representaba un gasto de 16 millones de pesos al mes.

Ese legislador podría destinar los recursos al pago de asesores, con la única condición de no rebasar el monto autorizado y sin necesidad de comprobar. Es decir que tal o cual asesor podía existir, o no.

Ahora los techos presupuestales para la contratación de personal no sólo serán disminuidos, sino que también serán centralizados en la Administración de la Cámara alta de modo que los legisladores ya no serán los que contraten asesores y trabajadores para sus comisiones, y todo este personal ya estará obligado a pagar sus impuestos y a entregar recibos con validez fiscal. Tapón para la llave.

La expectativa en un ejercicio honrado de recursos en el Senado es alta, muy alta y la desilusión puede ser mayúscula, pero el mensaje es que no fallarán. Esperemos.

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JJ/I