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La Villa Panamericana: de ceguera y amnesia

“Hay unas zonas que son quizás las más valiosas, que son las de El Bajío, que no tienen todavía ninguna perturbación humana y deberíamos preservarlas en el plazo muy corto porque simplemente aquí no hay de otra, o lo protegemos o lo perdemos, no hay opción. No estamos hablando de algo que sea al gusto o a la alternativa de cualquier autoridad, es un imperativo y para eso existe la secretaría (Semades), para que los recursos naturales que dan existencia y funcionamiento a la sociedad que habita en Jalisco no se pierdan, de lo contrario la sociedad no tendría futuro”.

Así de clara fue la postura de Martha Ruth del Toro Gaytán, secretaria de Medio Ambiente de Jalisco -antes Semades- durante el gobierno de Emilio González Márquez, publicada por El Informador el 27 de octubre de 2008. Un año después, la misma funcionaria autorizó en fast track la manifestación de impacto ambiental para construir las villas panamericanas sobre esa zona que dijo se debía conservar: El Bajío. Eso sí, dictó 52 condicionantes ambientales para “mitigar” los impactos, aunque nunca se cumplieron.

Lo que en ese momento hizo Martha Ruth del Toro fue velar por su bien, el de los empresarios y el de su jefe el gobernador, que el 3 de noviembre de 2009 como parte de la Odepa definió, con el tiempo encima, que la Villa Panamericana debía construirse en El Bajío, no el Parque Morelos ni en El Disparate, de Huentitán. Ahí comenzó una de las peores pesadillas hídricas del Área Metropolitana de Guadalajara de los últimos dos sexenios.

Pero a la fecha no solo ha trascendido la voracidad sobre los recursos naturales de la que hizo gala Del Toro, sino la cara cambiante de los funcionarios públicos sobre el tema, ahí está la actual titular de Medio Ambiente estatal, Magdalena Ruiz, que al estilo de su antecesora ahora abre la puerta para usar las villas con el argumento de que no habrá más daño del que ya está hecho. Salió al rescate del gobernador, Aristóteles Sandoval, que quiere usar la villa.

Otro funcionario que también respalda su explotación es el actual alcalde zapopano, Pablo Lemus, que gestiona llevar ahí la sede nacional del Conacyt. Según dijo el 1 de septiembre de 2018, esos edificios nunca debieron construirse en El Bajío, aunque al estar ya deben utilizarse. Pero, ¿qué decía el Pablo Lemus del 2009 cuando se tomó esa decisión?

En ese entonces era presidente de la Coparmex y no solo se congratuló de la definición de la villa en El Bajío, sino que fue vicepresidente de infraestructura de los Juegos Panamericanos 2011 y estuvo muy al tanto de su edificación, que ahora lamenta se haya concretado.

“La Villa va en tiempo y forma, no me cabe la menor duda de que se entregará conforme a programa, inclusive hemos visto apoyo importante no sólo del Comité para los Juegos Panamericanos (Copag) y del gobierno del Estado, también se ha sumado al esfuerzo, para cumplir en tiempos, el Ayuntamiento de Zapopan. El hecho de hacer equipo todos en torno a los Juegos está ayudando a cumplir en las expectativas que se tiene en la misma Organización Deportiva Panamericana (Odepa)”, fue su postura como representante del empresariado jalisciense el 15 de mayo del 2010, según consta en El Informador.

Lo que antes aplaudió como empresario, hoy lamenta como alcalde pero apuesta por sacarle provecho, a costa de un impacto hídrico que en el futuro será implacable con el cambio climático encima.

Ya lo dijo Eduard Müller, Cátedra Unesco de Reservas de Biósfera, para quienes defienden el dinero inyectado en las villas antes que el bien común: “La inversión en el agua va a valer mucho más. Agarren dinamita, derriben todo eso y regeneren los ecosistemas, tumbemos también varios de los fraccionamientos que están allá, porque el beneficio de unos pocos es el perjuicio de la mayoría y el agua va a ser escasa”.

Los funcionarios actuales, ¿defienden el interés público? Que al pueblo rindan cuentas.

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