INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

AMLO, Alfaro y los tráileres errantes

En lo que va de la semana dos noticias han ocupado un lugar relevante en la difusión mediática y en las redes sociales. La primera daba cuenta del periplo de un tráiler con 157 cadáveres en diversos municipios de la zona metropolitana. La segunda correspondía a la visita del presidente electo a la ciudad y su encuentro con el gobernador en funciones y su gabinete en el palacio de gobierno, al que también asistieron el gobernador electo y el coordinador designado por AMLO para Jalisco. Más allá de los datos escuetos, las notas son pródigas en ofrecer elementos para elaborar un bosquejo del contexto en el que se desarrolla el proceso de transición política en el estado.

Por una parte, la sola presencia del tráiler errante visibilizó de una forma cruda y contundente el fracaso de la política instrumentada por el gobierno estatal hacia el problema de la violencia criminal derivada de una serie de acciones y decisiones que ponen en evidencia la incapacidad gubernamental para el diseño de una estrategia adecuada. La decisión de solicitar la renuncia al director del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses y las posteriores declaraciones de éste un numerosas ruedas de prensa dejó en claro al menos dos cosas: una, la deficiente comunicación entre el IJCF y la Fiscalía General, y otra, la falta de previsión, y por tanto el suministro de recursos necesarios para que el instituto estuviera en condiciones de atender, de una manera adecuada y digna, el incremento de cadáveres que llegaron a sus instalaciones. La aparición de un segundo tráiler solamente vino a empeorar la percepción de inseguridad entre los tapatíos. El fracaso en el tema de seguridad en la gestión de este gobierno es tan evidente, que hasta el mismo gobernador lo ha reconocido.

Por otra parte, en el marco de una gira nacional de agradecimiento que realizará en todos los estados, el martes 18 arribó a Guadalajara Andrés Manuel López Obrador. Además de acudir al mitin en la Plaza de la República, acto central de la visita, el presidente electo aprovechó el viaje para realizar una serie de encuentros con los mandatarios –el presente y próximo– del estado. En el transcurso de la mañana, en el palacio de gobierno se reunió con Aristóteles Sandoval y su gabinete, con la participación de Enrique Alfaro y Carlos Lomelí. De hecho, la entrevista con los mandatarios de los estados está incluida en su agenda como un acto protocolario. Sin embargo, en el caso de Jalisco, debido a los antecedentes de confrontación entre los candidatos durante la campaña, el evento tuvo un significado especial. Destaca la cortesía del gobernador de incluir en la mesa al gobernador electo y al coordinador estatal que propició el encuentro entre ambos y la consiguiente imagen del saludo de mano.

Y respecto a López Obrador, a contrapelo de quienes lo señalan como un personaje que desprecia las instituciones, el comportamiento del presidente electo se ajustó, estrictamente, a los cánones que establecen una relación respetuosa y civilizada. En contraste a la animosidad que algunos sectores de la opinocracia y la comentocracia manifiestan hacia AMLO, la relación de éste con los gobernadores se ha caracterizado por una creciente sinergia.

En este contexto habría que interpretar la otra imagen que circuló en redes sociales en la que se apreciaba a López Obrador y Alfaro compartiendo la comida, acompañados por dos amigos comunes, en un ambiente relajado. Más allá de un armisticio entre dos adversarios, la imagen sugiere el reencuentro de dos actores que en el pasado han abanderado causas comunes. Ahora, además de la indiscutible legitimidad con la que fueron electos, la similitud de sus ofertas programáticas de “refundación” y “cuarta transformación” los obliga a enfrentar de manera conjunta y articulada la principal demanda de la sociedad jalisciense: abatir la inseguridad, eliminar los tráileres errantes.

Opinión de: @fracegon

JJ/I