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El maestro del cuento

(Foto: Especial)

Entre los géneros literarios que abordó, el cuento fue para Arreola como un traje hecho a la medida. Su voz universal, su ironía para con los asuntos del mundo y su maestría para narrar lo colocan como uno de los más grandes cuentistas que ha visto este país junto a nombres como Alfonso Reyes y, quien fuera su colega en su tiempo, Juan Rulfo.

Tres de los cuatro libros que publicó le hacen honor a su escritura de cuento. Varia invención, Confabulario y Bestiario son, cada uno a su manera, muestras de que la brevedad en la escritura, contrario a la palabra hablada, era su herramienta preferida o, al menos, la más recurrente.

Su legado, por supuesto, perdura más allá de su muerte y sigue vivo; en este año, que se celebra el centenario de su muerte, varios autores que escriben y publican en Jalisco toman sus enseñanzas. Ya sea en el realismo, la ficción o la fantasía, cada uno de ellos recuerda a Arreola como una lectura fundamental para comenzar a contar cuentos y, también, una a la que regresan continuamente acaso para recordar sus raíces y de dónde vienen.

Rogelio Vega

Escritor y académico de la Universidad de Guadalajara. Dirige el Fóbica Fest, festival de literatura de terror

Creo que debemos agradecer a Arreola varias cosas. Yo le agradecería un par: como lector, primero. Creo que Arreola es sumamente lúdico. Sí, son textos sumamente cuidados, con un lenguaje muy preciso. Incluso, a veces, rebuscado. Pero hay detrás un guiño, una sonrisa de complicidad con el lector. Hay humor y parecería que nos aconseja no tomarnos todo tan en serio. No sé, imagina una maquinaria perfecta de relojería. Todo en su sitio. El lenguaje precioso y perfecto. Y quedas maravillado ante el trabajo, ante la seriedad del fabricante. Y de repente, sin avisar, se abre la puertita y sale el cucú, colorido y bufón, para tomarte por sorpresa y hacerte sonreír. Una burla elaborada. Piensa en este cuento sobre los hombres ricos y el camello que debe atravesar el ojo de la aguja. Piensa en el charlatán que intercambia esposas por autómatas. O en La feria, que es chascarrillo tras chascarrillo. Y sensual, Arreola es súper sensual. Hay párrafos y textos suyos súper eróticos. Recuerda aquel: “La mujer que amé se ha convertido en un fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones”. Y creo, quizá, como escritor le debería la posibilidad de jugar, de explorar géneros. Creo que Arreola te enseña a ser un escritor inquieto. A probar aquí, allá. A ser solemne, a ser juguetón. A mirar a tu pueblo, pero no descartar la ciencia ficción. Tradición y asombro, sería Arreola para mí.

Cecilia Magaña

Escritora y profesora. Su último libro publicado es Todos los ruidos del mundo

Juan José Arreola siempre me ha parecido uno de los narradores mexicanos más modernos del siglo pasado. Hace poco hubo una especie de encuesta iniciada por una revista digital en la que preguntaban a quién hubieras preferido de maestro: Juan José Arreola, Juan Rulfo u Octavio Paz. Sin duda respondí que Arreola. Su capacidad para desarrollar divertimentos y hacer crítica social a través de la ironía es una de las herramientas que le he tratado de aprender y usar en mi literatura.

Cástulo Aceves

Escritor y académico 

Creo que es innegable la influencia e importancia de Arreola en el género del cuento, especialmente en nuestro estado. Dicho esto, confieso que no soy el lector de Juan José Arreola que me gustaría, aunque sus libros Confabulario y Bestiario fueron de cabecera hace años, cuando empecé a escribir. Recuerdo que me gustó cómo construía en muy pocas líneas toda una historia, el trabajo que hacía para que cada texto fuera limpio, exacto. El cuento de El prodigioso miligramo, por ejemplo, es un cuento en apariencia sencillo, una fábula, pero es un cuento que me bastó una leída para volverse memorable. Lo recuerdo completamente, y eso me pasa con pocos cuentos, creo que la virtud de la memorabilidad (que un cuento se quede en tu cabeza después de acabar el libro, y que siga allí con el paso de los años) es pocas veces alcanzada por los cuentistas. O tal vez tengo muy mala memoria y por eso me sorprende que ese casi lo memorice.

Rafael Villegas

Escritor, crítico de cine y profesor

En mi infancia y adolescencia tuve a la mano en casa algunas colecciones de cuentos de hadas y relatos mitológicos, pero el primer contacto que tuve con la tradición literaria mexicana fue Estas páginas mías, un libro de cuentos de Arreola editado por el FCE en los 80. En ese volumen venían cuentos esenciales como El guardagujas, pero yo me quedé con Parábola del trueque y Baby H. P. Las lecturas que no olvido son aquellas que me han provocado asombro, es decir, que han sido capaces de rearmar mis convicciones sobre las cosas. Esos dos cuentos registraban lo imposible (la venta de mujeres artificiales o la idea de que los bebés podían ser baterías), pero de una manera que, al final, resultaba extrañamente familiar. Supongo que eso aprendí de Arreola, la vocación por escribir desde lo real, pero también contra lo real. Algo con lo que también me quedo es su humor. Arreola siempre encontraba la forma de ser divertido, incluso en aquellos textos donde más lucía su erudición. En Arreola hay cierto grado de accesibilidad y conciencia del relato que entretiene, pero en equilibrio con una inteligencia que es culta y popular a la vez. Justo me interesa lograr esta combinación en lo que escribo.

Hiram Ruvalcaba

Autor de Me negarás tres veces. Ganador del Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela 2016

Cuando eres escritor en el sur estás destinado a la influencia de Juan José Arreola, pero al principio, con la rebeldía freudiana de odiar al padre, me resistía a su literatura. Pronto cuando comencé a estudiar Letras me di cuenta de lo que me estaba perdiendo. Se convirtió en una figura que me importaría mucho, sobre todo para la escritura de los cuentos. Aunque La feria me parece un divertimento interesante, Bestiario fue el libro que por encima de los demás me marcó por el dominio del lenguaje y la capacidad poética que tienen las metáforas. Es uno de los libros más bellos en mi biblioteca. Ese dominio del lenguaje es toda una experiencia estilística de la que no podemos escapar.

Durante años más recientes veo con felicidad que Arreola sigue siendo una influencia muy fuerte en los escritores y lectores de la zona sur, junto a Rulfo y Alfredo R. Plascencia y, quizá, José Luis Martínez, los monstruos del sur. Sin embargo creo que con Arreola sucede un fenómeno curioso, mientras que a Rulfo se le ha imitado mucho, y sin decir que sea simple, la complejidad de Arreola estriba en otras cosas que no tienen que ver del todo con lo local, con la violencia que caracteriza al país. La minucia con la que se necesita entender sus referencias es complicada. Se sabía un intelectual y era ostentoso en sus recursos.

Cecilia Eudave

Autora y profesora-investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades(CUCSH). Su más reciente libro de relatos breves se titula Microcolapsos

La obra de Juan José Arreola ha sido fundamental para el cuento mexicano. No solamente por la singularidad de su prosa sino porque logró establecer muchas de las bases del cuento mexicano contemporáneo o las rescató de tradiciones que la precedieron.

Sobre todo porque era un gran erudito y conocía muy bien la narrativa breve de los países europeos y de países orientales. Se puede ver la clara influencia de su obra en los cuentistas de esta época, le debemos mucho a Arreola: la fluidez de la prosa, la capacidad de ingenio, el sobresalto, todas las estrategias discursivas y estructurales que sigue el cuento contemporáneo mexicano. Logró acercar a los lectores al cuento para que disfruten de todas sus posibilidades, dignificó la brevedad, y abrió nuevas expectativas para las poéticas breves. Fue maestro de muchos de los escritores de su tiempo, sino que también nos ha legado con su obra muchas enseñanzas: se sitúa a la par de latinoamericanos como Cortázar y Borges, por mencionar solo a algunos.

da/i