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Editores monocromáticos

Los editores nostálgicos están dándose de topes contra la pared. No saben cómo hacer frente a los profundos cambios en el mundo del libro y en vez de seguir adelante y actualizarse se han plantado para hacer frente con un ridículo ¡No! que hasta causa ternura, pues creen que con su inmovilidad frenaran una propensión trendy y capitalista avasalladora (¡ay, qué feas palabras!, dirán).

Para los editores nostálgicos el papel es el único soporte válido para el libro y nada más. Por lo menos en su mente todos los días ganan batallas contra los horrendos bits y el día es esplendoroso cuando la prensa habla de los estancamientos en las ventas globales de los ebooks. Algunos de estos, curiosamente los más empecinados, ni siquiera han dominado los oficios tipográficos que probarían su erudición, es decir, las costuras de su pobre aprendizaje se evidencian con sus libros… ni qué decir del dominio de sus obras como objetos de consumo amplio y no como sucedáneos artísticos de dudosa calidad: no saben hacer libros que puedan convencer al indeciso, atraer al despistado o incitar al ignaro. Muchos de ellos han vivido cómodos con el cobijo de los presupuestos públicos y su labia les ha ayudado a medrar cuando hay. Olisquean, merodean. Si no ven dinero, recogen sus bártulos y se van.

Estos editores, jóvenes o viejos, con mentalidad monocromática y análoga, se creen astutos. No arriesgan. No compiten. No pierden. No juegan. Van a lo seguro, a lo suyo, y se prestan por monedas. Por eso, por el presente que quisieran perpetuar, no cambian ni les interesa el futuro más que conservar todo como está o, peor, volver hacia atrás.

Solo tinta y papel, pasta dura, ¡oh, costuras!, camisas, sobrecubiertas, guardas y estuches… Cuando el de a pie, el lector más convencional, solo necesita las palabras escritas en un papel simple, en los caracteres negros sobre gris de una pantalla líquida o iluminada, o las palabras emitidas por una voz desde un altoparlante minúsculo conectado a una red de wify… ¡y poesía, buena literatura!

Los editores nostálgicos están dándose de topes porque han comprendido que los cambios son paradigmáticos, irreversibles y medulares. La relación lineal de autor, editor, distribuidor, librero y lector está rota, y el libro de papel que llevan como estandarte está deshecho.

Opinión de: @LibracoFP

JJ/I