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Derecho a decidir

En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad, es una frase atribuida al filósofo Agustín de Hipona, aunque la verdad no se sabe de quién es, y viene bien para comentar la polémica que se suscitó en estos días a consecuencia de un evento organizado por varias estudiantes del ITESO sobre el derecho que toda mujer tiene a decidir si continúa o no con su embarazo.

En todo, caridad, y la caridad implica reconocer que la otra persona tiene la misma dignidad que mi propia persona y aceptar, entonces, el hecho de que cada persona se puede hacer cargo de sí misma, y decidir qué es lo que le conviene en cada caso. De ahí que en lo dudoso se deba respetar la libertad. Y esto aplica lo mismo para quienes tienen convicciones de origen cristiano como para quienes no las comparten.

En el caso de los cristianos, la libertad se sustenta en la conciencia individual, la cual sólo puede ser juzgada por la divinidad y por nadie más, de manera que es inútil obligar a alguien a comportarse de tal o cual forma, pues lo que importa es la conciencia con la que se actúa, no lo que se hace.

En el caso de quienes tienen otro sustento ético para su vida cotidiana, la libertad de cada quien es un hecho, y un misterio, del que no pueden evadirse, como bien lo expresó el filósofo Sartre, y por lo tanto no les queda más que hacerse responsables de su propia existencia y no de la de los demás, por cierto.

Ahora bien, y continuando con lo dudoso, el derecho a decidir se basa en el hecho de que no sabemos en qué momento comienza o termina la existencia humana, la cual no se puede reducir a un conjunto de células vivas operando en conjunto. Si así fuera, nuestras uñas, cabellos u órganos en lo individual podrían considerarse como seres con una existencia humana mientras se mantuvieran con vida, lo cual resulta absurdo.

Así que, tomando en consideración lo poco que sabemos, se asume que la existencia humana está ligada a la actividad cerebral asociada a la conciencia, de ahí que, desde una perspectiva filosófico-científica, la carencia de dicha actividad cerebral se puede asumir como signo de que no hay una existencia humana.

A quienes defienden que hay vida desde la concepción, desde el momento en que un óvulo y un espermatozoide se unen, les respondo que tienen razón, que hay vida, sí, pero no sabemos si también hay una existencia humana, porque la actividad cerebral coherente asociada a la existencia humana aparece entre las semanas 13 y 23 del embarazo, y de hecho el cerebro de un embrión de menos de 23 semanas es incapaz de sostener por sí mismo con vida su propio cuerpo. Atendiendo a esto, en varios países se ha despenalizado el aborto hasta antes de las 12 semanas de embarazo.

Y lo esencial es que debemos respetar la dignidad de todas las personas, en este caso de las mujeres. Y respetar su dignidad implica reconocer que son un fin en sí mismas, y por lo tanto es totalmente indebido obligar a cualquier mujer a continuar con un embarazo para preservar la vida de un feto, pues en ese caso la mujer embarazada quedaría reducida a ser un medio para que nazca otra persona, es decir, se le trataría como una mera incubadora al servicio de quien aportó el semen que la embarazó.

Por otra parte, es necesario recordar el hecho de que en muchas ocasiones hay niñas embarazadas como resultado de una violación por parte de sus propios familiares, que son 60 por ciento de los casos, y a ellas tampoco se les quiere permitir abortar en condiciones seguras y, por cierto, sobre esto no se pronuncian claramente quienes dicen defender la vida y la familia.

Así que respetemos el derecho de las mujeres a decidir.

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@albayardo

JJ/I