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La diplomacia de los pequeños pasos

Para muchos analistas, en el Vaticano habita un hombre que puede dirimir conflictos y marcar tendencias mundiales. El papa Francisco es experto en la “diplomacia de los pequeños pasos”, es un papa de acción, un participante de la geopolítica mundial con una inclinación por las periferias más que por las grandes potencias.

Hoy, la sincera comprensión y aceptación volverá a estrechar la amistad entre China y el Vaticano. Cuando muy joven, el sacerdote Jorge Bergoglio manifestó su deseo de ser misionero en China. El entonces padre superior, Pedro Arrupe, lo disuadió con el argumento de que ser misionero en China es sólo para “santos”. Con la elección del papa Francisco las relaciones entre China y la Santa Sede comenzaron a mejorar, pues la Iglesia católica vive una dura realidad entre una iglesia oficial autorizada por Pekín y otra clandestina, leal a Roma.

En 1949, sólo 2 millones de chinos eran creyentes católicos en una población total de alrededor de 541 millones, es decir, sólo 0.37 por ciento. Hacia 2011, la cifra de católicos llegó a 9 millones y aunque fue un considerable crecimiento, no alcanzó a 1 por ciento de la población total de China, pues representaba 0.65.

De estos 9 millones, 5.7 forman parte de la Asociación Católica Patriótica China, creada por el gobierno para ejercer control sobre los católicos chinos. Esta asociación rechaza la autoridad del Vaticano y nombra a sus propios obispos. Por ello, los católicos chinos que responden a Roma (llamada por el gobierno “iglesia clandestina” o “iglesia leal”) es alrededor de 3.3 millones de personas, en una población total aproximada de mil 382 millones.

Para los analistas, China podría ser, para 2030, el país con mayor concentración de cristianos en el mundo, con 247 millones de creyentes. Es decir, un porcentaje menor en comparación con 1949. Este dato es un incentivo para acercarse a este país.

Además del catolicismo, el protestantismo, el islam, el budismo y el taoísmo son las cinco religiones reconocidas oficialmente en China.

El conflicto entre ambos Estados, China y el Vaticano, surgió en 1951. El problema fue la potestad para nombrar obispos. Una solución que comenzó a plantearse hace algunos años fue la presentación, por parte de China, de tres candidatos al papa, quien tendría la decisión final o el veto de la terna. Es sin duda, una importante concesión vaticana para terminar el distanciamiento y el estancamiento católico que prevalece, mayormente en áreas rurales.

También para evitar una propagación de abusos sobre los católicos romanos, ya que miembros del Partido Populista de China presionaron a los cristianos para que cambiaran las imágenes de Jesucristo por pósteres del presidente chino, si no, serían excluidos de los programas oficiales de ayuda.

El papa se ha acercado a China desde varios ángulos, por ejemplo, con exposiciones conjuntas de arte. Esta iniciativa fue llamada por la Santa Sede La belleza nos une, mientras que el gobierno chino utiliza un título más formal: Exposición Chino-Vaticana contemporánea.

Para China, restaurar los lazos de amistad con el Vaticano podría fomentar y consolidar la parte europea de la nueva ruta de la seda, regiones tradicionalmente católicas o con gran influencia de Roma. Pragmatismo, diplomacia mundial, buena voluntad es el juego en el tablero chino-vaticano, porque debajo de las negociaciones existen fieles con necesidad de un pastor.

El reciente acuerdo anunciado entre el gobierno de la República Popular China vuelve a abrir las puertas del país más poblado del mundo a la Iglesia católica, hasta ahora dividida entre los adeptos al gobierno y los fieles al Vaticano, estos últimos teniendo que vivir en la sombra, bajo el temor de la persecución y la represión.

Pastoralmente, con este acuerdo, la Santa Sede tiene mucho más que ganar, y el papa se permite recordar a todo el mundo que la iglesia tiene una misión mundial y que el rostro de la institución puede cambiar en el futuro, como ya lo ha hecho en el pasado.

Para misioneros de diversas órdenes religiosas, China está viviendo un renacer religioso y podría transformarse en una importante reserva de fe, una luz que pueda iluminar la débil llama europea.

JJ/I