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Sin Veneno

La nueva cinta de Marvel no es tan mala como dicen, pero tampoco tiene carácter para ser histórica y referencial. ¿Venom se queda corta en los niveles de violencia? Sí, en eso modifica la esencia de la creación de David Michelinie y Todd McFarlane. Lo que muchos olvidan es que a Venom lo han acomodado, cambiado y adaptado de acuerdo a que empresa y creador lo desea, siempre como un simbiote extraterrestre, lo que nos lleva a pensar que de acuerdo a los intereses corporativos, los personajes se cambian a voluntad y eso es el gran pecado del universo cinematográfico de Marvel: pecar de timorato en una buena parte de las ocasiones, sucedió con Thor y con Hulk, ser demasiado conservador (cuidar que sea para todos los públicos) le da al traste a la construcción de personajes míticos como uno los imagina en los cómics, porque es el lector quien les da los poderes descomunales que describen los textos, les otorga el veneno que los hace aditivos.

La cinta ofrece una larga introducción sobre el origen del reportero Eddie Brock (Tom Hardy) y la manera en que se vuelve huésped del simbiote. Sin elementos sorpresa, con una narración casi obvia, Brock se transforma en el antihéroe y comienza una relación amistosa con el simbiote, que de ser malo, malo, en un diálogo de menos de cinco minutos, cambia a ser bueno y querer ayudar al protagonista a que el mundo sea mejor, cierto, ahí se acaba el encanto y se evidencia la falta de habilidad de guionistas y director en hacer transiciones emocionales con menos simpleza, porque en la vida, los proceso son largos, en los comics, también y de eso se olvida el cine corporativo, que en el papel hay toda una filosofía de vida impresa en esos personajes que van más allá de ser una mercancía.

Venom aparece menos de 20 minutos efectivos en la película; qué se compara su presupuesto de 100 millones de dólares a los más de 220 de Avengers, una diferencia que nos evidencia el conservadurismo del proyecto.

Que le den gracias a Tom Hardy por interpretar bien el humor negro, por lo socarrón de sus líneas, que en parte salva la cinta de ser olvidable.

Punto a favor mostrar a San Francisco como escenario oscuro, una ciudad esencialmente brillante (en términos de iluminación) en casi todas las películas, cuando en realidad tiene aspectos sórdidos y sombríos en su dinámica social marcada por las diferencias sociales y raciales.

Venom está contaminada del corporativismo, por el cuidado de no hacer complicado el tema de derechos, de querer recuperar la inversión sacrificando a la historia y al personaje, peso eso, está probado, es como dispararse al pie. Váyanla a ver, por lo menos como entretenimiento y quédense al final de los créditos, vale la pena.

@tuamigoFranco

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