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Combatir en serio la corrupción, muerte y violencia

Durante el último periodo del gobierno estatal se reiteraron como prioridades el combate al crimen, a la violencia y a la corrupción. Aunque se han creado nuevas instituciones para tal fin, lamentablemente lo que sigue pasando nos lleva a pensar que ni los esfuerzos han sido suficientes o efectivos y que a un discurso que pretende ser convincente le ha faltado sustancia, voluntad y los resultados le contradicen.

Las inmediaciones de los centros universitarios han sido escenario de lamentables muertes, en que la violencia ha sido un elemento central. El más reciente asesinato de Angélica Saldívar, resultado de un asalto con violencia y la muerte por atropellamiento de la estudiante de Daniela Guerrero en las inmediaciones del CUCSH, han generado indignación, rabia e impotencia entre los universitarios y el conjunto de la sociedad. El colmo es que sigan los asaltos, al grado de que mientras los estudiantes marchaban, en el CUCEI -a plena luz del día-, fue asaltada y herida una mujer a la que le robaron.

La irresponsabilidad de un chofer de ruta del transporte público suma una muerte más, cuando también se ha prometido hasta el cansancio el reordenamiento de las rutas y un sistema que evite las corretizas y exponer a los ciudadanos que utilizan el transporte público o que transitan en la vía pública. ¿Hasta cuándo movilidad se tomará en serio el compromiso?

Se anunció con bombo y platillo la creación del C5 (sistema de videovigilancia). Terminará la administración y apenas llevan 20 por ciento de avance en la instalación de botones de pánico, para combatir la violencia contra mujeres y casi la mitad de cámaras de videovigilancia. Del resto ni hablar, además de que el convenio con los Municipios metropolitanos concluye el 5 de diciembre y es muy difícil suponer que se completará 80 por ciento de botones o la otra mitad de cámaras restante.

Tanto en la federación como en Jalisco se crearon instituciones que tenían como objetivo fundamental el combate a la corrupción, y resulta que corruptos y corruptores andan tan campantes por la calle o montando antros en Zapopan, con la anuencia de un funcionario corrupto del Tribunal de Justicia Administrativa y en contra de la determinación de las autoridades municipales. Lo menos que se nos ocurre es preguntarnos, ¿por qué sigue pasando eso? ¿Cómo es posible que una autoridad anule la determinación de otra, sólo porque tiene la última decisión y de ella puede sacar tajada? No importa si en el futuro tengamos que lamentar la muerte de 50 jóvenes o de 100 personas atrapadas en el sótano de un edificio convertido en antro. ¿Por qué en un Municipio las cosas son claras y en otro se hacen de la vista gorda hasta que la sociedad y los medios presionan?

La presencia de más de 10 mil estudiantes en las calles de Guadalajara es una muestra de la fuerza con que el grito -que exige a la autoridad resultados más que promesas frente a la violencia, la inseguridad y la irresponsabilidad-, se expresa.

La autoridad universitaria se ha unido a la protesta, a la exigencia de los estudiantes. Hace falta la aplicación de la autoridad gubernamental, no sus discursos. Hace falta que los estudiantes, que los ciudadanos sientan efectivamente que están bien protegidos y tienen quien se ocupe de asegurar que el trayecto de casa a la escuela, al trabajo, a las compras, sea seguro.

En Jalisco los ciudadanos queremos convivir en paz, sin violencia, sin muerte; más bien con esperanza. Estamos empeñados en la construcción de un territorio en el que podamos transitar sin miedo, trabajar con tranquilidad y ver crecer a nuestros hijos sin la amenaza latente de asaltos o violencia callejera. Animamos a las autoridades de nuestros Municipios y al gobernador electo a que sumen sus esfuerzos para hacer esto realidad.

da/i