INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Arreola y los talleres literarios (2)

En mi libro Arreola, un taller continuo (1995), recogí las palabras de algunos de los pilares del taller y la revista Mester (Eduardo Rodríguez Solís, Tita Valencia, Guillermo Fernández, José Agustín, Arturo Guzmán, Elsa Cross, Elva Macías, René Avilés Fabila, Federico Campbell, Carmen Ronsenzweig, Vicente Leñero, Álex Olhovich-Greene, Jorge Arturo Ojeda, Carlos Bracho, Víctor Villela, Rafael Rodríguez Castañeda, Orso Arreola, Leopoldo Ayala y Alejandro Aura), que solamente perduró 12 números, pero que guarda una importancia fundamental.

En la entrevista a Arreola declaró su principio sobre su forma trabajo en el taller: “Hay que buscar perfectamente (hasta en el texto más débil) los elementos positivos que contiene. El mejor texto para un taller de literatura es el texto regular, que puede llegar a bueno. Ése es el mejor. Porque hay textos, naturalmente, insalvables. Y el texto bueno-bueno, pues es nomás cosa de revisar detalles, pero el texto regular, con posibilidades, es el más fértil”.

El dramaturgo Eduardo Rodríguez Solís recuerda que “en mayo del 64 sacamos el primer número de la revista. Desde mayo de 1964 hasta diciembre del mismo año, salieron seis números; el grupo empieza como una cosa tremenda, gracias al apoyo de Manuel Casas quien nos dio crédito para sacar la revista, y el mejor papel”.

Hasta mayo de 1967 aparecieron doce números de Mester –afinó el dato Rafael Rodríguez Castañeda, en un artículo publicado sobre Arreola, un taller continuo, en la revista Proceso, en 1995–, nombre que bautizó a la promoción de escritores nacidos alrededor de los años cuarenta que allí publicaron por primera vez. Arreola conducía las sesiones, leía en voz alta, criticaba, descubría lo valioso o rescatable de los textos, impulsaba correcciones y cambios que los mejoraban y elogiaba sin reservas los aciertos que hallaba.

“Era excelente lector —dijo de Arreola Vicente Leñero —. De pronto uno oía sus cuentos en boca de Arreola y le parecían buenos. Además los corregía al vuelo; había en el texto alguna palabra mal empleada y él ponía la buena. Y era muy agudo para opinar, pero hacía también participar a todos. Era un gran animador”.

victormanuelpazarin.blogspot.mx

JJ/I