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Abramos al Congreso

El jueves 25 de octubre de 2018, la movilidad estuvo sumamente restringida en el Centro de Guadalajara, pues había vallas que impedían el acceso a la sede del Congreso de Jalisco. ¿Y sabe por qué? Porque tomaron protesta quienes integrarán la 62ª Legislatura del Estado de Jalisco, es decir, las 38 personas que representarán a quienes habitamos en Jalisco, a partir del 1 de noviembre.

De hecho, según reportaron periodistas que tuvieron acceso al recinto legislativo, también se pusieron restricciones dentro del propio edificio, de manera que ni siquiera el personal que labora en el Congreso podía acercarse al salón de plenos.

La verdad es que no entiendo a qué se debió tanta precaución, pero el hecho de ver al Congreso cerrado me recordó el motivo por el que hace 11 años impulsé la creación del Observatorio Legislativo del ITESO. La primera vez que vi al Congreso cerrado fue cuando eligieron al anterior titular de la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco, Felipe Álvarez Cibrián, quien a la larga demostró ser una persona totalmente inadecuada para el puesto. Ese acontecimiento me hizo darme cuenta de que un Congreso cerrado es malo para la población y para nuestra democracia.

Por eso he seguido de cerca, y he apoyado en la medida de lo posible las propuestas de la Alianza para el Parlamento Abierto, porque considero que en la medida en que las personas podamos incidir en los trabajos legislativos, en esa medida aumentan las probabilidades de que la labor del Poder Legislativo se desarrolle a favor del bien general, y no del bien de unas cuantas facciones.

Y aquí quiero hacer una aclaración, hablar de gobierno y parlamento abiertos implica una actitud, más que una reglamentación, y esa actitud tiene dos vías: por un lado la actitud de apertura, la voluntad política para abrirle la puerta a la ciudadanía y, por el otro, la actitud de mantener la puerta abierta por parte de la sociedad. Si se juntan ambas, se puede avanzar mucho, pero sin el involucramiento de la sociedad no se puede hacer gran cosa.

En ese sentido, me parece que en los tres años de la 61ª Legislatura logramos abrir al Congreso en varios temas, gracias a la insistencia, persistencia y consistencia de varias agrupaciones ciudadanas que aprovecharon la ligera apertura que se manifestó en el Congreso. Con esto no quiero negar el papel que jugaron varios actores políticos, a quienes hay que agradecerles la oportunidad, aunque, insisto, las organizaciones ciudadanas hicieron una buena parte del trabajo, con el Congreso, sin el Congreso, y en ocasiones en contra del Congreso.

Debido a ello, pudimos celebrar los logros, por ejemplo, del primer año de trabajo del Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción y, de hecho, dicho sistema existe gracias a la suma de esfuerzos de la sociedad civil, la iniciativa privada, los medios de comunicación, la academia, los organismos autónomos, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.

Sin embargo, los signos de la cerrazón también están presentes. Persiste, por ejemplo, la pésima práctica de asignar cargos públicos mediante el esquema de cuotas y cuates o la de legislar sin tomar en consideración a los sectores de la población que requieren normas que les permitan disfrutar de sus derechos humanos.

Es el caso, por ejemplo, de la legislación en materia de desaparición de personas, que el Congreso de Jalisco pretende aprobar sin haber consultado a las personas que más saben del tema: las familias que se dedican a buscar a sus seres queridos desaparecidos, por lo que podrían estar aprobando una ley que en vez de contribuir a reparar el daño, podría ayudar a empeorarlo. Por esa situación las organizaciones Por Amor a Ellxs, Cepad y Cladem exigieron que tomen en cuenta las observaciones que hicieron al proyecto de ley (https://bit.ly/2AE41nv).

Quienes habitamos Jalisco necesitamos seguir abriendo al Congreso, para lograr que funcione en nuestro beneficio.

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@albayardo

JJ/I