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Ellas son la profecía, la querencia y la suerte

El mal querer

Rosalía

Rosalía hizo un disco muy flamenco, muy jondo, no se traicionó. Mezclar trap, hip hop y sonidos bailables en Malamente y Pienso en tu mirá, que son, eso sí, una experimentación brillante, extrema y arriesgada, atrajo la mirada para mostrar de lo que es capaz. El lenguaje de la catalana es el flamenco y El Guincho, su productor, lo diseccionó y lo reconstruyo con elementos electrónicos, esa es la maravilla de Bagdad (acerca el pop de Sia), De aquí no sales (oigan la base de voz y palmas) y Maldición. Todo el disco tiene ese arrebato de Lorca (Reniego), un aire shakespereano, la presencia árabe. El mal querer es complejo y nos enfrenta a una artista con muchos pájaros en la cabeza. # Genial

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Pequeñas profecías

Marcela Viejo

El trabajo de Marcela Viejo es un bálsamo para quienes están hartos de las voces chillonas que cantan con ukelele sobre desamor. La ex Quiero Club propone una nueva estética, cercana al rock, con sonidos afrancesados de los años 60 y 70, letras cuidadas que no son complacientes. Furia tiene destellos poéticos para hablar de impulsos rabiosos, pero Siempre hay alguien es esperanzadora, el spoken word Ciudad flotante es descarnado y aterrador, pide tomar conciencia, despertar, porque a Marcela le provoca tristeza y enojo lo que ve (Pantano mexicano). Y sin radicalismos habla en Cuerpo de mujer de la sensibilidad. Admítelo y Pequeñas profecías son adictivas, para bailar a pesar de tener el cuerpo roto. Gran disco.

#EstoEsLuz

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Cargar la suerte

Andrés Calamaro

Retomar el sonido folk rock con toques sureños americanos le reditúa a Andrés Calamaro en una buena envoltura para canciones nostálgicas. Cargar la suerte es el tipo de disco por el que mueren sus fans: con reflexiones acerca del paso del tiempo (Tránsito lento, adornada con un saxofón cálido), con letras juguetonas (Diego Armando Canciones), una balada lenta acompañada de violines con una mirada sobre las pérdidas en la vida (Cuarteles de invierno), un spoken word crítico contra el vacío de los discursos (La Rimas) y la infaltable rola roquer y guitarrera (Adán Rechaza). Calamaro muestra el oficio, la madurez de la edad, como ser Calamaro sin traicionarse. #NoSóloEsSuerte

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Cuentos de pólvora

Los Malavibra

Las bandas mexicanas evaden los temas complicados y prefieren cantarle al amor, los marcianos o su fiesta inolvidable, pero los tapatíos Los Malavibra no es de esos. Cuentos de pólvora, abre con Restos, una crónica sobre el terror que ha dejado la lucha contra el narco y le sigue La bala, un dub sobre la violencia, en ambos temas hay arreglos de metales bien hechos. Jódete recupera esa tradición de recitar poesía rabiosa con carga social. Los Malavibra revuelven las tripas, sacuden, pero dan respiro con la balada Gris. Hay una sensación de algo a punto de estallar en todo el disco, envuelta de reggae, ska, punk, rock, es una advertencia de que el hartazgo tiene un límite, después, se escupe fuego. #BuenaMalaVibra

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FM!

Vince Staples

Vince Staples ha refinado su estilo, lo que quiere decir y cómo lo dice con el paso de sus discos. FM! habla esencialmente del miedo, de la incertidumbre y de lo que hay debajo de ese espejismo que es vivir en una ciudad donde se asienta Hollywood, un lugar donde el futuro es incierto y a veces trágico, algo que desarrolla en Relay, Run the bands (sobre la lucha de pandillas) y Fun, donde cambia la estética de su rapeo. Al final, la mirada de Staples se fija en cómo la gente cambia, traiciona, roba y muere en un país donde lo que pasa en la calle no está en la televisión, de eso habla la perturbadora Tweakin. Ojalá tenga la atención como la de Childish Gambino.· #TengoMiedo

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@tuamigoFranco

da/i