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El día que nos falte el agua

En octubre de 2017 el alcalde de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, anunció que la ciudad se quedaría sin agua en marzo de 2018 en una fecha denominada Día Cero. A partir de este anuncio entraron en funcionamiento políticas estrictas de conservación de agua (máximo 50 litros diarios por persona) y gracias a ellas la fecha del Día Cero se ha ido posponiendo indefinidamente.

Esta crisis en una de las zonas urbanas más pobladas del continente africano ha sido una manifestación temprana de un problema que cada vez será más crítico en todo el mundo: el agua, un recurso que muchos damos por hecho por su aparente abundancia, se está convirtiendo en un bien escaso.

Se estima que para 2025 dos terceras partes de la población mundial vivan en regiones con algún tipo de escasez de agua y para 2030 la falta de agua podría forzar el desplazamiento de hasta 700 millones de personas en zonas áridas y semiáridas.

Aunque el agua es un recurso que la naturaleza renueva generosamente gracias a los procesos de evaporación y precipitación del ciclo hidrológico, el crecimiento dramático de la población (particularmente en los núcleos urbanos) y el cambio climático, están poniendo estrés en los sistemas de abastecimiento hídrico de las ciudades.

El cambio climático está alterando los patrones de lluvia. La crisis en Ciudad del Cabo fue detonada por una sequía de tres años sin precedentes. California sufrió entre 2011 y 2016 la peor sequía, ¡en mil 200 años! Australia sufrió la infame sequía del milenio entre 1997 y 2009, que obligó al país a reducir a la mitad su consumo de agua.

El megacorte de agua en la Ciudad de México nos ha recordado estos últimos días que nuestro país no está exento de este problema global. Muy al estilo mexicano, las autoridades manejaron fatal las expectativas de la población. En vez de preparar a los habitantes para una semana de corte y luego tratar de que fuera menos tiempo, dijeron que sería solo de tres días y terminando el plazo dijeron que tardarían otros tres y ahora ya nadie sabe cuándo va a volver.

Más allá de la mala comunicación a la población, el corte del suministro de agua fue realizado para hacer adecuaciones en el sistema Cutzamala que abastece cerca de la tercera parte del agua de la Ciudad de México.

El problema particular de esta ciudad es que su abastecimiento depende del manto acuífero en el subsuelo (del que se extraen dos terceras partes del suministro total de agua) y aunque cae mucha lluvia durante el año, ésta cae concentrada en tormentas que superan la capacidad de los sistemas para devolverla al subsuelo y por lo tanto buena parte del agua tiene que sacarse de la ciudad en momentos de saturación.

El sistema Cutzamala se construyó para crear una fuente de agua alternativa al subsuelo, pero es un sistema vulnerable a las sequías que seguirán aumentando como consecuencia del cambio climático.

Es por esto por lo que debe avanzarse en dos frentes. Por un lado, debemos crear conciencia sobre la importancia de hacer más eficiente el consumo de agua. Aunque la OMS recomienda un consumo de 80 litros por persona diarios, en la Ciudad de México se consumen en promedio más de 250 litros por habitante al día y en algunas zonas este número llega a ser superior a los 500 litros. Es una de las ciudades del mundo con mayor consumo de agua por habitante.

Por otro lado, se deben hacer inversiones en sistemas para aprovechar mejor el agua de las lluvias y en nuevas fuentes de abastecimiento. En este sentido son interesantes iniciativas como Agua Capital, un fondo de agua impulsado por un grupo de grandes empresas mexicanas que colaboran para buscar e invertir en soluciones al problema del agua en la Ciudad de México.

@ortegarance

JJ/I