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La movilidad, el otro gran desastre

No hay ninguna duda de que la inseguridad encabeza la lista de desastres que el actual gobierno estatal, que culmina el 5 de diciembre, heredará a la próxima administración. Pero enseguida, como otro gran desastre, se encuentra la movilidad.

No importa la calidad de transeúnte que uno sea: peatón, ciclista, motorista, usuario del transporte público o automovilista, el problema de la movilidad en la ciudad se ha convertido en un permanente calvario.

Particularmente el peatón, que debería estar en la cima de las preocupaciones gubernamentales para no solamente satisfacer sus necesidades de traslado, sino especialmente garantizar su seguridad en los desplazamientos de cualquier tipo, es el eslabón más vulnerable en la cadena de la movilidad urbana. Tal vez el caso más ilustrativo de la nula atención que le merecieron los viandantes fue el olvido de adicionar banquetas en el nodo localizado en la confluencia de Periférico Sur y López Mateos, que obligó a que un grupo de ciudadanos habilitara, mediante el uso de llantas y conos, un sendero con la mínima seguridad. Sin embargo, este mismo problema es el que enfrentan quienes intentar cruzar por el nodo de Periférico y Vallarta. ¿Estará esperando el gobierno a las llantas y conos para intervenir?

Pero no sólo en los espacios más o menos desolados del Periférico el peatón arriesga su integridad física. Para corroborarlo sólo se necesita ir al paradero de autobuses ubicado en López Mateos frente al ingreso principal de Plaza del Sol. Ahí, a la estrechez de la banqueta se suma un estorboso y deteriorado mobiliario urbano y nadie hace nada, ni el estado ni el ayuntamiento y tampoco la administración de la concurrida plaza.

Tal vez el único avance que el gobierno saliente puede presumir en el tema de movilidad es el relacionado con el estímulo al uso de la bicicleta mediante la instauración del programa MiBici y la implementación de una red de ciclovías. Por el contrario, la proliferación incontrolable de los motociclistas y la evidente ausencia de regulación hacia quienes la usan para sus traslados han provocado, además de accidentes fatales, convertirse en un ingrediente más que abona al caos vehicular.

En el caso de los automovilistas, si bien se advierte un evidente incremento en el mejoramiento de las vialidades, aunque todavía insuficiente, la casi nula actividad de los agentes de vialidad ha impactado negativamente en garantizar el flujo vehicular. Los embotellamientos se encuentran en la experiencia cotidiana de los conductores. La introducción de las fotomultas, además de convertirse en el azote de quienes transitan por las vías supuestamente rápidas, ha tenido un efecto pernicioso. No solamente por la opacidad en torno a su cobro, que las convierte de hecho en un impuesto agregado para los ciudadanos, sino en que han resultado inútiles para abatir el número de colisiones.

Finalmente, aunque el tema del transporte urbano fue el más cacareado al inicio de la presente administración, sus logros se encuentran muy lejos de las expectativas que suscitaron. No solamente la implementación de la llamada ruta-empresa no pudo llevarse a cabo de manera integral, sino que en la tensión existente entre los concesionarios y el gobierno por el tema tarifario, el único perjudicado fue el usuario, que padeció el incremento del costo del pasaje con el mismo servicio deficiente.

Por otra parte, el desafío por superar los 18 años de los desastrosos gobiernos panistas, mediante la construcción de un nuevo ramal del sistema del Tren Ligero, también deja un inconfundible sabor a fracaso. El que la inauguración de la Línea 3 del Tren Ligero, que se había prometido para abril de este año se posponga hasta el segundo semestre del año entrante, es solamente el botón de muestra de dicho fracaso.

@fracegon

JJ/I