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El arte más democrático

Trabajo. Además de sus propias creaciones, Sadek se ha preocupado por dedicarse a la gestión cultural y deja muy atrás la discusión sobre si el grafiti es o no arte. (Foto: Grisel Pajarito)

Al aprender de la calle y pasar a las salas de exhibición Sadek, el seudónimo con el que se identifica desde hace varios años para firmar su obra, la pública y la del lienzo, encuentra en el arte una función para compartir: una en donde todo se trata del otro.

En su nueva etapa como gestor que busca reunir el trabajo de los artistas de la academia y los de la calle tiene claro que la pregunta de si el grafiti es o no arte ya está superada. Hay, sin duda, pinturas que tampoco lo son y no causan tanta polémica, dice.

NTR. ¿Cómo te formas en el arte?

Sadek Reynolds (SR). Mi interés por las artes comenzó a muy temprana edad y gracias al grafiti. Fue mi primer acercamiento con las técnicas y la pintura, así pinté por primera vez, pero ya la cuestión plástica y los murales que es a lo que más me dedicó fue gracias a varios amigos que fui conociendo en el tiempo, amigos con más trayectoria, conviviendo con ellos y sus visiones fue que adquirí mi aprendizaje.

NTR. ¿Te refieres al grafiti ilegal?, ¿lo aprendiste en tu barrio?

SR. Yo llegué a Guadalajara a los 12 años, de Mazatlán. Saliendo de la escuela un grupo de amigos nos acompañábamos siempre y uno de ellos ya rayaba, una vez grafiteó un edificio de Telmex, lo agarró la Policía y se lo llevaron a la correccional de menores, imagínate, estábamos en la primaria; después, cuando salió me contó su aventura y yo me quedé fascinado. Me enamoré de eso y fui buscando amigos que también se dedicaran a eso. Ahí empecé, prácticamente en la secundaria con tags.

NTR. ¿Ahí nació tu seudónimo?

SR. Lo adopté dos años después, pero porque leí la biografía del Marqués de Sade y me impactó su forma de entender el arte, no tanto su obra que es sumamente interesante, mi obra no es sádica ni nada, más bien me enganchó su manera de defender el arte, en la cárcel buscaba la manera de escribir hasta con su sangre en las paredes o con sus heces, esa manera tan extrema de llevar al límite el arte se me hizo increíble, cómo una persona pudiera defender tanto su arte fue lo que me gustó.

NTR. ¿Cómo pasaste de ahí al lienzo?

SR. Porque conforme fui creciendo y desarrollando otras actividades y mi vida personal fui teniendo menos tiempo y más conciencia de lo riesgoso que era hacerlo en la calle, entré a la universidad y empezó a perder sentido andarse exponiendo. Yo quería estudiar, comencé a buscar otra tendencia más dirigida al arte urbano, duré en eso como cinco años pegando pósters en la calle y estudiando, hasta que un día se me ocurrió que si ya pintaba murales con pinceles, por qué no intentarlo con un lienzo, experimentar otras cosas. Fue natural la transición entre la calle y luego la tela. Me empezó a entusiasmar.

NTR. ¿Cómo nacen tus piezas?

SR. Me gusta improvisar. Hago como un jazz con unas ideas previas y ciertas técnicas que ya domino y empiezo a improvisar así sin nada preparado. Lo relaciono también con mi momento de vida, lo que está pasando conmigo, pero también en la sociedad, cuando entré a estudiar Ciencias de la Salud, mi obra reflejaba mucho el microcosmos, células, virus y bacterias que veía en el microscopio, me interesaba generar un lenguaje más psicodélico, con muchos colores. He ido separando la lente, antes era un microscopio, ahora es algo macro, paisajes que ves de lejos. El cosmos, los planetas. Me estoy yendo para arriba.

NTR. ¿Cuál es para ti el papel del artista?

SR. Un medio para transmitir un mensaje que ya está en el subconsciente colectivo, un canal para bajar esa información a un lienzo. Un aprendizaje que nunca termina para que los demás se identifiquen con el mensaje y le den su propia lectura. El diálogo entre la obra y el público es lo más importante para mí.

NTR. ¿Eso lo aprendiste del arte urbano?

SR. La calle es el museo más grande del mundo. Es lo más democrático, la gente pasa diario porque así tienen que hacerlo, es más cómodo y la gente siempre tiene algo que decirte, desde un niño, una viejita, un policía, un vagabundo y todos tienen derecho a opinar al respecto. Me gusta hacer algo vivo, orgánico, que un cuadro hable por sí mismo, que vibre. Esto se trata de la gente. Cada artista tiene su forma de ver el arte.

“Para mí se trata de compartir, no sólo vivir de esto sino vivir para esto”
Sadek Reynolds, artista plástico

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