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Antes de que el futuro nos alcance

Con la mirada puesta en los 2 mil años de la redención y los 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe e instrumentando un proyecto global pastoral para todo el país, los obispos de México renuevan la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM).

Reunidos en Asamblea Plenaria, asumen los retos que enfrentará la Iglesia católica en México los próximos años. Monseñor Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey, fue elegido para el periodo 2018-2021.

En este escenario, los obispos se preguntan: ¿cuál es nuestro papel como pastores?

Previamente, en su diagnóstico, el señor cardenal D. José Francisco Robles Ortega estableció que se entreveía un cambio profundo en la vida política de México. Un nuevo perfil de votantes aunado a un hartazgo creciente ante la corrupción, la violencia y la injusticia indicaban que el pueblo mexicano buscaba una nueva alternativa de gobierno, y que el resultado de las elecciones rebasó a la gran mayoría de los analistas.

Un partido fundado hace cuatro años logró una importante mayoría en las cámaras, en diversos órdenes y niveles de gobierno e incluso la Presidencia de la República.

Aclaró que la iglesia no tiene una misión político-partidista o político-gubernamental. En ese sentido, la doctrina social enseña cómo fortalecer a nuestro pueblo para que no sea masa informe, para que sea una auténtica comunidad capaz de ser sujeto y no sólo objeto del poder, para que ella misma vuelva a reconstruir su tejido social. El camino son los principios de solidaridad, bien común y opción por los pobres, más vigentes que nunca.

Pastoralmente, la principal contribución al fortalecimiento de la sociedad es “ser-iglesia” al estilo de Jesús. Las comunidades construyen a la iglesia como comunión y a la sociedad como sujeto capaz de participación y reforma, por eso la comunidad de creyentes es generadora de sociedad civil

Subrayó en su diagnóstico que “tenemos que aprender todos como iglesia a ser sociedad responsable, creativa y crítica”. Así la fe contribuirá a la edificación de una sociedad más justa y fraterna.

Ningún gobernante por sí mismo tiene todas las ideas y las soluciones. Es responsabilidad de los ciudadanos católicos seguir participando cívicamente, con respeto de los derechos humanos y del auténtico bien común.

Algunos de los frutos de esta asamblea son la presentación del Plan Nacional de Construcción de Paz 2018, un documento con planteamientos y respuestas pastorales para enfrentar la realidad de la violencia y la corrupción en la que se encuentra el país.

El papa Francisco convocó, con mucha valentía, para febrero de 2019 a una cumbre con los presidentes de las conferencias episcopales nacionales para proteger a los niños; en este contexto, se presentaron en la CEM las propuestas de la Comisión de Protección de Menores.

Por otra parte, los think tank de la Iglesia católica ven con preocupación que en esta época la democracia muere poco a poco. Los cambios ya no se dan por golpes de Estado, sino a través de un líder electo en las urnas, pero sin compromiso con la democracia, y utilizan su poder para debilitarla. Los ejemplos recientes son Rusia, Venezuela, Nicaragua, Turquía y Brasil, y por supuesto en los Estados Unidos.

Hoy las democracias pueden fracasar no a manos de generales, sino de líderes de corbata o sin ella, de presidentes o primeros ministros que dinamitan el proceso que los condujo al poder, ocasionando que las democracias se erosionen lentamente. Así los electos mantienen una apariencia de democracia, a la que van destripando hasta despojarla de contenido. La población no se da cuenta de lo que está sucediendo. La erosión de las democracias es imperceptible.

Se continúa creyendo que se vive en una democracia. Por lo pronto, señalan que necesitamos seguir construyendo un México reconciliado, justo y fraterno que reivindique la dignidad de los más pobres y excluidos; la vida del no-nacido; el bien de las familias y la auténtica libertad religiosa.

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JJ/I