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Cercar el sureste

EPÍGRAFE
Cuatro años sin Erika Cueto Vázquez. Desaparecida el 12 de noviembre de 2014

Así se podría nombrar el objetivo que el próximo gobierno federal tiene para los estados de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Yucatán, Tabasco, Campeche y Quintana Roo. No es en realidad un proyecto nuevo, es una ambición que viene de gobiernos atrás pero que había sido imposible de realizar. Ahora, reiterando el anacrónico paradigma del progreso y el desarrollo, y afirmando que se pretende llevar a ellos los supuestos beneficios que el norte de México ha tenido con el TLC, el gobierno de la cuarta transformación pretenderá llevarlo a efecto.

El sureste es el territorio del que, desde el poder, se sigue afirmando que no ha logrado incorporarse al desarrollo que sí ha alcanzado el resto del país. Hablar del sureste de México es hablar del territorio más rico en bienes naturales: bosques, cuerpos de aguas abundantes (ríos, manantiales, lagos y lagunas), paisajes increíbles, biodiversidad y playas hermosas, riqueza mineral y energética (petróleo y gas). Es decir, justo lo que necesita el capital actual para acumular más ganancia.

Lo que siempre, de manera intencionada, se ha pretendido pasar desapercibido es que dicha riqueza en bienes naturales ha sido posible justo porque la población de estas entidades se caracteriza por su alta composición social indígena y ello significa la existencia de otras cosmogonías, otras formas de relacionarse con la naturaleza, la Madre Tierra y, por lo tanto, otras maneras de reproducir la vida.

Entonces, cuando se les tilda de ser una región atrasada o no incorporada al desarrollo del resto del país, lo que en realidad se niega es el hecho político y cultural de los pueblos originarios que han tenido la capacidad para mantener estos territorios fuera del alcance del capitalismo, lo que explica en ellos la abundancia de bienes naturales comunes.

No resulta extraño, entonces, que cuando el capital se acumula a partir del despojo, de la sobreexplotación y destrucción de la naturaleza, sean estos territorios los más asediados y ambicionados. En México estos territorios siguen estando mayoritariamente en manos de indígenas y campesinos bajo las formas de propiedad comunal y ejidal. Figuras que impedían en cierta manera su incorporación al mercado de tierra o a proceso de explotación privados. Para resolverle este obstáculo al capital, los gobiernos neoliberales, desde 1992 a la fecha han realizado las reformas constitucionales necesarias para tal objetivo.

Es diferente decir que es una región que no ha podido incorporarse al desarrollo o decir que es una región en donde los pueblos originarios no han querido, que se han resistido a incorporarse al desarrollo capitalista. Varios pueblos, comunidades y diversas organizaciones ya están diciéndolo de nueva cuenta. No es que se nieguen al desarrollo o al progreso. A lo que se niegan y oponen es a que ello signifique que capitalistas se apropien de sus territorios y los bienes naturales comunes que en ellos existen, los exploten para fines privados y los destruyan para siempre. Lo que exigen es que se les consulte pero que se haga según sus formas tradicionales y sus tiempos.

Lo anterior no es un supuesto. Es una evidencia de que cuando el capital llega con toda su fuerza el proceso de despojo es tal que se apropia de todo el territorio y termina convirtiendo a los dueños originales en simples peones o empleados mal pagados, además de que se modifica radicalmente la forma de reproducción de la vida haciéndola dependiente totalmente del mercado. Por allá el mejor ejemplo es Cancún. En Jalisco el caso ilustrativo del despojo y la colonización son Chapala y Ajijic. Y en ese espejo no quieren verse.

Nada bueno pueden esperar los pueblos originarios cuando el gobierno ofrece a quienes quieran invertir beneficios fiscales, programas especiales para promover la inversión, facilidades para el comercio exterior, un marco regulatorio ágil y la infraestructura marítima, aérea y carretera que se requiera. Seguiremos con el tema por el reto que estos proyectos significan a la capacidad de resistencia.

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JJ/I