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El escritor que quiere ser feliz

(Foto: Mónika Pérez Neufeld)

Como marca la tradición el Salón Literario Carlos Fuentes se inauguró ayer en la FIL con la presencia de un gran escritor: en esta ocasión el Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk. El arranque del principal foro dedicado al encuentro entre lectores y escritores corrió entre charlas sobre el oficio de la escritura, la imposibilidad de la felicidad, la imaginación, la inspiración y la pintura. Los lectores pudieron conocer un poco las entrañas del mundo del escritor.

Pamuk es una de las estrellas este año, en casi todos los eventos a los que se presenta logra congregar a una gran cantidad de personas ávidas de escucharlo. Se hacen filas y la gente espera encontrar lugares hasta unos segundos antes de comenzar. El multipremiado escritor turco, valorado como una de las voces contemporáneas más importantes del mundo.

La charla comenzó con las cualidades estilísticas en la literatura del autor de Mi nombre es rojo junto al escritor mexicano Jorge Volpi, quien dijo que la lectura de esas novelas a él le dio la oportunidad de encontrar un Estambul hecho de memoria, que suplanta a la Estambul real; para él ningún escritor pudo, como Pamuk, “reinventar su ciudad con su precisión y su destreza”, dijo.  Pidió a los lectores, al comenzar, se dejaran guiar por él y su mapa de Estambul “que él ha dibujado y donde cabe también el mundo entero”.

Pamuk se describió a sí mismo como un escritor feliz, que este año, por cierto, cumple 14 de serlo. Entre otras cosas contó que ser escritor se trata, sobre todo, de “contar las historias propias como si fueran las historias de la gente y las historias de la gente como si fuera tu propia historia”.

 Sobre otros autores, contó sobre las influencias que tuvo de escritores como el propio Carlos Fuentes, del que leyó sobre todo La muerte de Artemio Cruz y La región más transparente, así como de Borges, Juan Rulfo y parte del boom latinoamericano que le ayudó a atravesar una crisis de identidad desde la provincialidad, es decir, no estar en el centro de Estados Unidos.

Nombró también a Tolstoi, Dostoievski, Thomas Mann y a Proust, así como a Ítalo Calvino y a Vladimir Nabokov, de los que aprendió la acrobacia.

Entre otras cosas el autor comentó sobre la democracia de Turquía, que no puede ser tal sin la libertad de expresión de que carece y respondió las cosas que lo inspiran y particularmente las razones por las que, ante todo, continúa escribiendo.

“Escribo porque tengo una necesidad innata de escribir, no puedo hacer trabajo normal que hacen otras personas, quiero leer libros como los estoy escribiendo, porque estoy enojado con todos ustedes, estoy enojado con todo el mundo”, dijo.

“Porque sólo puedo participar en la vida real cambiándola, porque quiero que sepan el tipo de vida que llevamos en Turquía, porque amo el olor del papel y la tinta, porque creo en la literatura y el arte de la novela más de lo que creo en otra cosa, porque cuando me preguntan cuál es mi religión mi respuesta directa es que mi religión es la literatura... escribo porque deseo escapar de mi sueño de que existe un lugar al que tengo que ir y no logro llegar, lidio con eso siempre, quiero ir a ese lugar que no puedo y porque nunca logro estar feliz. Escribo para ser feliz”.

Al final de la Medalla Carlos Fuentes fue entregada a Pamuk de manos de Silvia Lemus, viuda de Fuentes, como una forma de permanecer en México, en este regreso, para siempre.

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FRASE

“Lo que yo quiero lograr en la vida es aprender a escribir acrobacia, es muy difícil, pero haré mi mejor esfuerzo”
Orhan Pamuk, escritor

JJ/I