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AMLO 'vs.' EPN

Quedan tres días para que el presidente saliente menos popular de nuestra generación le entregue la estafeta al presidente entrante más popular de nuestra generación.

Enrique Peña Nieto sale con una aprobación de apenas 24 por ciento y un rechazo generalizado de todas sus acciones de gobierno según la última encuesta de Consulta Mitofsky y Andrés Manuel López Obrador entra con el respaldo de más de 30 millones de votos y con su partido controlando las dos cámaras del Congreso, contando así con el mayor respaldo que la sociedad da una propuesta política en nuestra historia democrática.

La combinación letal para el fracaso del gobierno de Peña Nieto fue, por un lado, que lo que pudieron ser sus éxitos como las reformas estructurales se quedaron a medias tintas y sus beneficios no se supieron comunicar al ciudadano de a pie y, por otro lado, que se generó una mala noticia tras otra en la triada corrupción-inseguridad-bolsillo, que es lo que más impacta en el día a día de la gente en México. ¿Cómo apreciar los beneficios a largo plazo de la reforma educativa o energética si mi vida corre peligro, no me alcanza el dinero para el gasto y veo continuamente en las noticias cómo las élites se hacen ricas a mis costillas con total impunidad?

La narrativa que dio un éxito sin precedentes a AMLO es la contrapropuesta perfecta ante este fracaso: detener la corrupción, quitar privilegios a las élites, adoptar medidas diferentes contra la inseguridad, proteger el bolsillo de la gente y generar oportunidades a quienes no las han tenido.

La consulta ciudadana para justificar la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto en Texcoco es un prototipo de esta narrativa que ha resultado tan exitosa: le doy la voz al pueblo para quitarle privilegios a las élites. Da igual si el mecanismo de consulta se hizo bien o mal… el objetivo era transmitir el mensaje de que las reglas cambiaron.

Enrique Peña Nieto arrancó en 2012 con una narrativa clara: quitar la atención de los mexicanos y del mundo en la desastrosa guerra contra el narcotráfico del gobierno anterior y dirigirla hacia la transformación de México a través de un proceso reformador ambicioso. Los dos primeros años fue una narrativa muy exitosa que incluso atrajo la atención de los medios internacionales que no dudaron en calificar la entrada del nuevo gobierno como el “Mexican Moment”.

El problema fue que no basta contar una buena historia… la historia tiene que ser coherente con la realidad. Las políticas y acciones tienen que estar alineadas con el mensaje. El gobierno de Peña Nieto hizo agua a los dos años porque no aterrizó su narrativa en la realidad y la gente empezó a ver el cartón detrás de la imagen falsa.

Andrés Manuel arranca con la narrativa de la cuarta transformación. Muchas de las acciones realizadas durante la transición, como las consultas ciudadanas, hacen pensar que una parte importante de su estrategia serán los golpes de percepción.

Espero sinceramente que detrás de la imagen que nos pinta no haya cartón, sino consistencia real y que la gente que le votó vea su vida mejorar. Si esto no sucede, se le plantearán dos escenarios… volverse un malabarista experto de narrativas como Donald Trump, que no importa cuántas veces se resbale, siempre encuentra cómo darle la vuelta para seguir engañando a sus seguidores, aunque en realidad no esté haciendo nada por ellos… o seguir el mismo camino que Peña Nieto en el que su popularidad se desplomará con un escándalo proporcional a las expectativas que está generando.

Mientras tanto, no puedo evitar sentirme como los primeros segundos en una montaña rusa…

@ortegarance

JJ/I