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Venga la esperanza

Venga la esperanza, venga sol a mí.

Lárguese la escarcha, vuele el colibrí.

Hínchese la vela, ruja el motor,

que sin esperanza ¿dónde va el amor?

Silvio Rodríguez

La larga noche neoliberal en la que ha vivido México (36 años) ha dejado tras de sí un verdadero desastre humanitario. Lo que inició con un discurso de modernidad y la promesa de devolver los supuestos beneficios del liberalismo económico clásico del siglo 19 terminó por crear una sociedad profundamente marcada por la desigualdad y la acumulación de riqueza en unas cuentas manos y la pérdida de soberanía.

Con diferencias regionales desde los 80, prácticamente en todos los países se repitió el mismo escenario: privatización de sectores económicos estratégicos, de servicios públicos, privilegiar al capital trasnacional por encima del interés nacional, entrega del territorio, concesiones a mineras, reformas estructurales, subsidios al sector privado extranjero, abandono al sector productivo nacional, excesivos gravámenes fiscales a empresarios nacionales medianos y pequeños.

En el caso de México, el resultado económico llevó a acumular riqueza a unas cuantas familias mientras la mayoría de la población sobrevive en condiciones de pobreza; tras el desplazamiento del Estado surgido del proceso revolucionario y la desincorporación de las empresas que daban fuerza económica a esa clase política de la posrevolución, éstas fueron sustituidas por un sector político servil a los intereses trasnacionales, y con una fuerte presencia de poderes fácticos, como el crimen organizado, que crearon un clima de inseguridad que se constituye hoy en la principal preocupación nacional.

En México, el neoliberalismo no fue sólo cambiar el rumbo hacia un modelo económico impuesto desde intereses trasnacionales; significó abandonar el papel tutelar del Estado hacia la población, dejar de lado la soberanía alimentaria, la defensa del territorio, el bienestar colectivo y llevó a cambiar la conciencia social en aras de un individualismo de la competitividad y el bien personal por encima del sentir comunitario.

En gran parte, la inseguridad que se vive en México es consecuencia directa de la implementación de ese modelo ajeno a los intereses nacionales; inició con la privatización de los ejidos y el fin de la reforma agraria, con el abandono del campo que abrió paso a la corrupción, la impunidad y a la presencia del crimen organizado en el sector agropecuario; de ahí a la descomposición social que derivó en más de 37 mil desaparecidos, en 2 mil fosas clandestinas, alrededor de 9 feminicidios cada día y un homicidio cada hora contra niños y adolescentes en nuestro país. 

En ese grave contexto nacional, no es difícil de explicar por qué más de 30 millones de votos demandaron un cambio en busca de esperanza. Sin duda, el camino para revertir el daño que el desmantelamiento del patrimonio nacional y los pésimos gobiernos de estos seis sexenios que postraron a la nación ante capital financiero internacional y la oligarquía será muy difícil, pero el compromiso de López Obrador de dejar atrás el neoliberalismo, de ver primero por los pobres, de combatir la impunidad y la corrupción no es menor frente al gran abandono de los derechos fundamentales. La esperanza no está sólo en el compromiso de Andrés Manuel con su pueblo, la esperanza está en los millones de mexicanos que lo han elegido para lograr la transformación nacional y que deberán trabajar día a día para que ese cambio realmente suceda.

La esperanza está en el gran pueblo mexicano que respalda a Obrador y que estará vigilante, en el gran ejército de mexicanos que realizará la revolución de conciencias, que vuelva a ver las necesidades colectivas y el bienestar social antes que el beneficio personal; una voluntad mayoritaria dispuesta a reconstruir la nación y trabajar por la paz y por reconstituir la vida comunitaria; por que los hogares mexicanos vivan con dignidad y decoro, por que los derechos humanos de todos sean respetados, por que haya verdad y justicia para las víctimas del régimen de oprobio y opresión que deseamos llegue a su fin.

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da/i