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Fury, el que no se rinde

Tyson Fury, el Rey Gitano como se hace llamar, ha resurgido. Él se compara con el mito del Ave Fénix, pero parece ir algo más allá.

No es el prototipo de boxeador que se espera ver. Es un púgil de 30 años, invicto, de guardia derecha, originario de Gran Bretaña, nunca ha sido del tipo discreto y callado. Más bien disfruta de la atención que recibe luego de verter veneno contra sus adversarios.

Además está lejos de ser una persona atlética. Sube a pelear con una panza enorme, aunque en la categoría no es extraño, al menos todos los actuales campeones tienen una forma impresionante.

Para su enorme tamaño de 2 metros con 6 centímetros, no es un gran noqueador, pues tiene una efectividad de nocaut de 68 por ciento. Hasta el momento se ha enfrentado a cuanto hombre le han puesto enfrente.

En 2015 logró la hazaña de terminar con el reinado de 11 años de Wladimir Klitschko en una pelea que se puede definir como una de las más aburridas de la historia. De ahí vino la debacle. Su gran triunfo sucedió en paralelo a un gran bache en su vida personal: hubo drogas, depresión y pensamientos suicidas.

Dejó los campeonatos de peso Completo de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y de la Federación Internacional de Boxeo (FIB). Pasó un periodo de tres años en los que las noticias sobre él hablaban de declaraciones muy extrañas y siempre relacionadas con drogas.

Hasta que un día, un día cualquiera en la vida del mundo, pero no de Fury, el hombre reapareció con un tremendo sobrepeso, dispuesto a regresar al boxeo. Pasó algunos meses poniéndose en forma, dentro de un peso razonable para su división y comenzó a lanzar retos a los campeones.

Deontay Wilder le tomó la palabra. El Bombardero de Bronce, campeón de peso Completo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), jamás imaginó que llegaría a 12 rounds con un hombre que le sobrevivió dos caídas y que a principio de año no daba ni una.

De no ser porque Tyson Fury sufrió esas dos caídas, ahora mismo estaríamos hablando de que se convirtió en campeón. La historia de la Cenicienta que se quedó sin las zapatillas, pero que logró un mayor triunfo: el de sobreponerse a dos enfermedades infravaloradas para volver al boxeo. Anoten la fecha: 1 de diciembre fue su renacimiento de fuego.

Fury sabe que el suyo no es un logro menor y dedicó su pelea a las personas con enfermedades mentales, pues considera que todos pueden salir de ellas con el apoyo médico y familiar adecuado, así como él lo hizo.

@AleczTrujillo

JJ/I