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Analizan cómo será el próximo supercontinente

(Foto: Especial)

El mundo como lo conocemos podría dejar de existir en unos cientos de millones de años. Aunque el ser humano actual no estará para verlo y, en realidad, no se sabe si la humanidad sobreviviría, eso no descarta que, de acuerdo a las investigaciones actuales, el mundo cambiará como lo hizo la última vez.

La capa externa de la Tierra, la corteza sólida sobre la que caminamos, está hecha de partes rotas, algo parecido a la cáscara hecha pedazos de un huevo. Estas piezas, las placas tectónicas, se mueven alrededor del planeta a una velocidad de unos pocos centímetros al año. Cada cierto tiempo, las placas se juntan y forman un supercontinente que permanece durante más de 100 millones de años, hasta que desaparece al dispersarse las placas. Posteriormente, tras un lapso entre 400 y 600 millones de años, el proceso se repite.

El último supercontinente, Pangea, se formó hace unos 310 millones de años y comenzó a separarse hace 180 millones de años aproximadamente. Se cree que el siguiente se formará en 200–250 millones de años, por lo que actualmente nos encontramos en el ecuador de la fase de dispersión del actual ciclo de formación. La pregunta es, ¿cómo y por qué se formará el futuro supercontinente?

De acuerdo con Sin Embargo, existen cuatro escenarios probables para dicha formación: Novopangea, Pangea Última, Aurica y Amasia. Cómo se pudiera formar cada uno depende de diferentes factores, pero todos están relacionados con el modo en que Pangea se separó y con el movimiento actual de los continentes.

La ruptura de Pangea condujo a la formación del océano Atlántico, que aún se está abriendo y ampliando. En consecuencia, el océano Pacífico se está estrechando. El Pacífico alberga un anillo de zonas de subducción a lo largo de sus bordes (el Cinturón de Fuego del Pacífico), donde el suelo oceánico es subducido bajo las placas continentales hacia el interior del planeta. De esa manera, el suelo oceánico antiguo se recicla y puede penetrar en las columnas volcánicas. El Atlántico, en cambio, tiene una gran cresta oceánica que produce una nueva placa, pero sólo alberga dos zonas de subducción: el arco volcánico de las Antillas Menores, en el Caribe, y el arco de las Antillas Australes, situado entre Sudamérica y la Antártida.

NOVOPANGEA

Si el curso actual se mantuviera, es decir, que el Atlántico continúe abriéndose y el Pacífico cerrándose, habría un escenario en el que el siguiente supercontinente se formaría en las antípodas de Pangea. El continente Americano chocaría con una Antártida que se encontraría navegando a la deriva hacia el norte, para posteriormente colisionar con los ya reunidos África y Eurasia. Este hipotético supercontinente recibe el nombre de Novopangea o Novopangaea.

PANGEA ÚLTIMA

De ralentizarse la apertura del Atlántico, e incluso si se comenzará a cerrar en el futuro, los dos pequeños arcos de subducción del Atlántico podrían extenderse a lo largo de la costa este de toda América, lo que llevaría a una nueva formación de Pangea tras la colisión de América, Europa y África, produciendo un supercontinente llamado Pangea Última, que estaría rodeado completamente por un súper océano Pacífico.

AURICA

Sin embargo, si el Atlántico desarrollase nuevas áreas de subducción, algo que podría estar ocurriendo ya, tanto el Pacífico como el Atlántico podrían cerrarse. Esto significa que debería crearse una nueva cuenca oceánica para reemplazarlos. En este escenario, la grieta panasiática que atraviesa Asia desde el oeste de India hasta el Ártico se abriría para formar un nuevo océano. El resultado sería la formación del supercontinente Aurica. Debido a la deriva actual de Australia hacia el norte, se situaría en el centro del nuevo continente, ya que el extremo oriente y América cerrarían el Pacífico a cada lado. Las placas europeas y africanas se reunirían así con América por el cierre del Atlántico.

AMASIA

El último escenario descrito tendría un destino totalmente distinto para el planeta Tierra. En la actualidad, algunas de las placas tectónicas se están desplazando hacia el norte, incluidas África y Australia. Se cree que esta deriva es impulsada por anomalías en el manto de la Tierra heredadas por Pangea. Debido a esta deriva hacia el norte, se puede imaginar un escenario en el que todos los continentes, excepto la Antártida, continúen viajando hacia el norte. Esto significa que, al final, se reunirían en torno al Polo Norte en un supercontinente llamado Amasia. En este escenario, tanto el Atlántico como el Pacífico permanecerían abiertos en su mayoría.

El más factible

De los cuatro escenarios, Novopangea es el más probable. Obedecería a la progresión lógica de las direcciones actuales que adoptan las placas continentales a la deriva, mientras que los otros tres escenarios necesitarían de procesos adicionales para verse realizados.

Para la formación de Aurica, tendrían que crearse nuevas zonas de subducción en el Atlántico. Pangea Última sólo se formaría con la inversión de la apertura del Atlántico.

Por último, el nacimiento de Amasia dependería de anomalías producidas por Pangea en el interior de la Tierra.

Investigar el futuro tectónico de la Tierra nos obliga a explorar los límites de nuestro conocimiento y a pensar en los largos procesos que rodean a nuestro planeta. También nos lleva a observar el sistema terrestre como un todo, y nos plantea una serie de preguntas: ¿Cuál será el clima del siguiente supercontinente? ¿Cómo se ajustará la circulación oceánica? ¿Cómo evolucionará y se adaptará la vida a su nuevo entorno? Son el tipo de preguntas que ponen a prueba los límites de la ciencia porque hacen lo propio con los límites de nuestra imaginación. Redacción

JJ/I