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Da lecciones sobre la brevedad

Proceso. José Miguel Tomasena platica que regresar a los cuentos le hizo de alguna manera revisar las técnicas que a la larga se han quedado. (Foto: Mónika Neufeld)

Como un recuento de su trayecto como escritor, José Miguel Tomasena reunió varios de sus cuentos en una edición del sello tapatío Paraíso Perdido. ¿Quién se acuerda del polvo de la casa de Hemingway? es una de las novedades más recientes del catálogo de la editorial, en él se reúnen varias historias distintas, con registros distintos que hacen gala de una de las características más fundamentales del autor: el de la contención y la brevedad.

En estos 12 cuentos el único hilo es la propia experimentación de Tomasena en el género. “Es un libro sobre mi aprendizaje”, dijo en entrevista con este medio, “es lo que considero que me quedó bien, escribí por supuesto muchas más cosas que no pienso publicar, eran parte de mi búsqueda como escritor en formación, experimentando, probando cosas distintas, recopilé lo que me pareció mejor, en ese sentido es heterogéneo, no tiene un solo núcleo o una sola intención”.

Un hombre en una cantina que cuenta la historia de su matrimonio roto y al mismo tiempo escucha la historia de un migrante que vivió la guerra en Irak, una mujer y su hija que van al cine a presenciar su propio distanciamiento, o un ex esposo que regresa irónico y rabioso a la nueva condición de loba de su ex mujer, son algunos de los personajes que se cuentan en este libro, ya disponible en librerías.

En estos cuentos no es tan importante la voz de los protagonistas o su visión de las cosas sino, como en su momento explicó el argentino Ricardo Piglia en su Tesis sobre el cuento, el metarrelato, la segunda historia que se cocina debajo de la tierra que vemos y que a veces Tomasena ni siquiera enuncia.

El también autor de La caída del cobra (Tusquets, 2016) contó que regresar a estos cuentos le hizo de alguna manera revisar las técnicas que a la larga se han quedado y las que se han ido para transformarse en otra cosa.

“Decidí no corregir demasiado, no reescribir, lo hecho hecho está, hay cosas que me sorprendieron bastante, como en Siete preguntas al sensei en turno que tiene un registro mucho más surrealista, un poco onírico, algo a lo que no he regresado de nuevo. Releerlo fue grato y me gustó. Me gustan también los textos abordados desde varias narrativas. Cuentos hechos de cuentos, como racimos. Eso me sigue gustando bastante”.

Para él la brevedad es fundamental, esto viene por supuesto de su formación como periodista. También en la escritura de novelas. Se dice casi alérgico a la prosa florida, a pesar de que hace excepciones con escritores como Daniel Sada o Fernando Del Paso. “Tiendo a la compresión, a la expresividad, corrijo mucho para comprimir. Procuro que cada frase sea potente, donde creo que radica la diferencia entre la escritura de la novela y el cuento es en ciertas narraciones que tienen varios núcleos que deben desarrollarse más para que el lector entienda mejor. Me gusta la metáfora de que el cuento es como una foto y el mejor cuentista es el que logra explicar en una sola imagen una historia compleja, un novelista es un cineasta, la imagen necesita movimiento, tiempo y desarrollo”, contó.

Hoy, justo comienza un laboratorio de escritura que el autor impartirá en Casa Pajarito y que aún cuenta con un par de lugares disponibles. Se impartirá dos días: este viernes de 17 a 21 horas y el sábado de 10 a 14 horas; tiene un precio de mil 200 pesos. El taller está basado en el estilo de Raymond Queneau, escritor francés apasionado por la experimentación y los juegos del lenguaje, que una vez escuchó El arte de la fuga, de Johann Sebastian Bach, y se le ocurrió una idea: escribir una obra compuesta por variaciones estilísticas a partir de una misma anécdota.

Tomasena dijo también que ya se encuentra en el proceso de publicar una nueva novela, ésta aborda de manera más directa la violencia del país a partir de la así llamada guerra contra el narco, aunque no adelantó detalles dijo que como a gran parte de los escritores de su generación, como Emiliano Monge, Fernanda Melchor, Yuri Herrera y Ángel Ortuño, por mencionar sólo algunos, este tema le toca especialmente.

“Me gusta la metáfora de que el cuento es como una foto y el mejor cuentista es el que logra explicar en una sola imagen una historia compleja”

“Es un libro sobre mi aprendizaje”
José Miguel Tomasena, escritor

da/i